El Barcelona-Getafe de este sábado no es sólo un duelo entre el segundo y el tercer clasificado. Es algo más, sobre todo si miramos a los banquillos. Es un duelo al sol de Barcelona que se remonta hace ya unos años.
Todo empezó cuando los dos entrenadores ni siquiera estaban en Primera División. Bordalás cuando entrenaba al Alcorcón, ya comenzaba a arrastrar el soniquete que persigue a sus equipos de dureza extrema, se autocalifica como el técnico de los Bad Boys.
Los chicos malos de Bordalás. Un título muy cinematográfico para un enfrentamiento dialéctico con un Quique Setién que se quejaba casi siempre cuando entrenaba al Lugo y terminaba perdiendo. Setién llegó a decir que deseaba que ese Alcorcón no subiera nunca a Primera División.
Sin duda una rabieta de mal perdedor. Que tuvo cumplida respuesta del técnico alfarero pidiendo sanciones para todo aquel que levantara falsos testimonios de su equipo. Bordalás pedía cortar esta corriente de opinión. De esto hace ya siete años. Un pique poco sano que continuó con trajes ya de Primera.
Setién vestía de verdiblanco y visitaba el Coliseum. En esa ocasión, el rencor acumulado por el técnico cántabro le llevó a negar el saludo a su compañero de profesión.
Este sábado vuelven a verse las caras sobre el césped del Nou Camp pero hay, el duelo dialéctico interminable ha sido el tema del día en las salas de prensa de Barcelona y Getafe.