La guerra en Ucrania y el boicot a Rusia nos remite a un pasaje inaudito en la historia del fútbol: el "no partido" o el partido que no jugó un equipo repleto de apellidos rusos y ucranianos.
Era 1973 y la URSS debía jugar en Chile un encuentro decisivo de clasificación para el Mundial de 74. Los soviéticos decidieron no acudir porque solo unas horas antes Pinochet había dado un golpe de estado.
En el estadio donde estaba programado el partido, el nuevo régimen chileno represaliaba a sus primeras víctimas. La FIFA tomó una insólita decisión que solo puede entenderse en un contexto como aquel.