“La idílica vida de Harry y Meghan en Canadá, amenazada por la marihuana”. Con esta clase de titulares amanecía esta mañana la prensa rosa. Pero tranquilos, madroñeros, no significa que nuestros queridísimos Duques de Sussex sufran ningún tipo de adicción.
Es, solamente, que tal y como se ha demostrado, la zona en la que viven es ideal para el cultivo de esta planta de la felicidad -recordemos que en Canadá es legal desde hace dos años-. De hecho, algunos medios de comunicación británicos han resaltado que justo al lado de su casa de “18 millones de dólares hay un matadero avícola que pronto se alquilará a cultivadores de marihuana”.
A todas estas informaciones, los diarios ingleses han añadido informaciones de las cloacas y han publicado en sus páginas lo siguiente: “Según los informes, el Príncipe Harry admitió fumar marihuana y beber mucho en las fiestas”. Pero también se han cebado con Meghan: “Cuando se casó con su primer marido en Jamaica, en 2011, sus bolsas de regalo de bodas incluían marihuana”.
¿Estaremos ante una simple información o los Duques de Sussex, ahora que están en busca y captura de nuevos empleos, se estarán planteando dedicarse al apasionante mundo de la agricultura? Solo el tiempo nos lo dirá.