Hablamos con José Ignacio Pérez documentó muy bien en Marca un reportaje sobre el fútbol en Auschwitz. Como contaba en el reportaje, "jugar a la pelota fue un modo de sobrevivir para los presos. Y un entretenimiento para los soldados".
Algo que fue cambiando y se convirtió en una vía de escape que les permitía que los soldados les tratasen mejor. Solo los presos jugaban porque "los nazis no toleraban que otras razas les ganasen".
Unas vida valía muy poco
Un deporte que se practicaba sin fuerzas y con algunos presos con hasta 14 kilos menos y que "también podía costar la vida". Una vida "que valía muy poco y cualquier cosa que no guste te podía costar la muerte”. De hecho cuenta también que "algunos presas iban al crematorio mientras otros jugaban".
El larguero de la portería marcaba el límite entre la vida y la muerte donde un simple gesto y un simple detalle puede cambiar el curso de una vida”. Una madera en forma de L invertida cambió el rumbo de muchas vidas donde los niños más bajos y no tocaban la madera eran mandados a la muerte.