Los españoles somos los europeos que más hemos engordado durante esta pandemia, en concreto una media de casi seis kilos, además de ser el país europeo donde más ciudadanos reconocer haber ganado peso.
Los expertos aseguran que esto se debe a que muchas veces creemos que comemos bien, y en verdad no es así. Por eso, explicamos algunos de los mitos alimentarios más comunes:
- La pasta engorda por la noche
FALSO: Los carbohidratos no engordan, eso es un mito. Lo que ocurre es que los digerimos peor por la noche debido a que hay una resistencia a la insulina. Por el contrario, incluirlos en la cena nos puede ayudar a dormir mejor por su contenido en triptófano.
- Un huevo al día me sube el colesterol
FALSO: El mito del colesterol del huevo viene por los estudios científicos que se hicieron durante los años setenta por los cuales la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar su ingesta semanal a tres unidades por su alto contenido en colesterol, al pensar que ese colesterol pasaba directo a la sangre.
Los fosfolípidos junto a otras sustancias que contiene el huevo bloquean la absorción de una gran parte del colesterol contenido en el huevo. Así que no debemos tener miedo a la hora de comer huevos porque no aumenta nuestros niveles de colesterol.
FALSO: No es verdad que toda la grasa engorda. Hay varios tipos de grasas y muchas de ellas son beneficiosas para nuestro organismo, como la omega 3 o el aceite de oliva. En cualquier caso, ojo a las cantidades, eso sí.La grasa de la bollería industrial (grasa trans) es el único tipo de grasa que ha demostrado ser categóricamente perjudicial para la salud.
- Los Alimentos integrales adelgazan
FALSO: Un plan blanco y un pan integral aportan entorno a 240 kcal cada uno. Pero sí hay que fijarse es en la calidad global del alimento. Las harinas integrales suelen ayudar en el transito intestinal, pero eso no quiere decir que adelgace.
- La sal es perjudicial para la salud
FALSO: La sal en sí no es perjudicial para nuestra salud. El problema es que se consume principalmente en alimentos procesados, demasiado salados y con un bajo nivel de potasio que contrarresta el sodio de la sal.
Mejor sustituir esos procesados por alimentos como las espinacas, el cardo o la batata que son ricos en potasio. Además, si la sal está yodada nos ayuda a prevenir problemas de tiroides.
¡Eso sí, una reducción de la sal es importante para las personas con hipertensión sensible a la sal!