Casi cuatrocientos años después de la muerte de Miguel de Cervantes, ayer comenzaba la búsqueda de sus restos mortales en el Convento de las Trinitarias de Madrid, donde se cree que fue enterrado en cumplimiento de su expreso deseo.
Jamás antes se ha tratado de localizar la tumba del escritor fallecido en 1616, a pesar de que un estudio de la Real Academia Española documentó que sus restos nunca salieron de las Trinitarias.
Con ayuda de un georradar y un infrarrojos -que calcula los cambios de temperatura- el equipo de Luis Avial tomará previsiblemente durante tres días muestras del suelo, las paredes de la iglesia y una cripta a la que nadie accede desde 1950.
Tras procesar toda la información, durante el mes siguiente obtendrá una "imagen tridimensional absolutamente completa de todo el edificio", que facilitará al Ayuntamiento y al forense Francisco Etxeberría para que éste, en el caso de que sea viable, dirija una excavación "selectiva y cuidadosa" que permita recuperar los restos de Cervantes.
La investigación, en la que también participa el historiador Fernando de Prado, está dividida en tres fases, que costarían en total unos 100.000 euros, si bien para la primera fase -la que comienza hoy- solamente serán necesarios 12.000 euros.