Aumentar la distancia de seguridad y reducir la velocidad son dos de los consejos a tener en cuenta a la hora de coger el volante. Conducir con lluvia siempre tiene un extra de peligrosidad. Pero no sólo cuando llueve a cántaros. El comienzo de las precipitaciones, por débiles que estas sean, también es un momento crítico al volante. Y es que la mezcla de agua, con polvo y grasa de la calzada, convierte el firme en una superficie muy deslizante y peligrosa.
Además los charcos y balsas de agua, pueden provocar aquaplaning: un efecto producido cuando los neumáticos son incapaces de evacuar el agua que hay en la calzada y el coche patina. Si la lluvia es muy intensa, es mejor parar en el arcén.
Reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad es fundamental. En la medida de lo posible hay que evitar movimientos o frenazos bruscos. El Ayuntamiento de Madrid también ha reforzado sus medidas de gestión del tráfico. La EMT ha habilitado un servicio especial de grúas para retirar vehículos que presenten incidencias en superficie de la M-30, y se recomienda a los ciudadanos la utilización del transporte público.