Si bien ser amable no cuesta nada, parece que estas actitudes son cosa de pasado. Andamos a toda velocidad, sin prestar atención a lo que pasa a nuestro alrededor. Y pocas veces gala de nuestra amabilidad.
Cuando hablamos de amabilidad nos referimos a ser respetuosos, simpáticos o atentos. Regalar una sonrisa, un abraza, un beso, no cuesta nada y reconforta mucho.
Además, los beneficios de ser amable son enormes. Cuando tomamos actitudes agradables, nuestro cuerpo está más joven, más sano y nos sentimos más felices. El estrés se reduce y nuestro sistema cardiovascular mejora. Y no solo esto, ya que nuestras relaciones interpersonales mejoran notablemente.