Saúl es torero prácticamente desde su nacimiento y su relación con el animal tiene matices que pueden pasar inadvertidos a primera vista. El torero malagueño visita la ganadería Toros de San Isidro, ubicada en la localidad madrileña de Villarejo de Salvanés y muestra su concepto vertical, profundo y templado con dos vacas de comportamiento noble.
El espada reflexiona sobre la capacidad del torero para dominar la violencia de un animal tan poderoso con la única ayuda de un trozo de tela que apenas pesa y afirma que parece imposible controlar tanto poder con tan inocente instrumento.
Jiménez Fortes tiene asumido que la misión del toro es herir al torero y respeta esa situación, sus palabrascobran verdadera dimensión dado que el malagueño es uno de los diestros más castigados por los toros en los últimos tiempos.
Su valor y determinación en los ruedos están cimentados sobre un profundo amor al animal al que le expondrá su vida. Se aprecia en las tomas aéreas la definición de José Bergamín acerca del arte de torear: engañar al toro diciéndole la verdad. El paisaje del sur de Madrid sirve como asfalto para la toma de contacto de Saúl con lo que le espera en los ruedos españoles y americanos.