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El Monasterio de la Concepción: Un tesoro espiritual desconocido en el corazón de Madrid
- Este santuario se ubica en el número 50 de la calle Toledo
Cada mañana, a las 8.45 horas, la capilla del Monasterio de la Concepción, ubicado a la altura del metro de La Latina, se abre al público gracias a Mari Carmen, la sacristana externa que se ha convertido en el alma de este lugar tan desconocido para muchos.
"Soy la sacristana externa, que ayudo a las hermanas que, como son sacristanas, no pueden salir apenas. Antes había otras, se han ido muriendo, se han ido a las residencias y luego ahora me ha tocado a mí porque la misa comienza a las nueve", explica con calidez Mari Carmen.
El oratorio está consagrado a la imagen de la Purísima Concepción y alberga en su interior el cuerpo incorrupto de una monja que aguarda ser beatificado. Esta monja es María Ana Alberdi, quien dejó una huella profunda en el convento.
"Era una hermana que se murió y está incorrupta ella, y ha hecho bastantes milagros. Salía a dar de comer a los pobres por ahí y creo que ha sido una monja maravillosa", comenta Mari Carmen con admiración.
La misa comienza puntualmente a las 9.00 horas y dura aproximadamente media hora. Tras el servicio religioso, la capilla vuelve a cerrar sus puertas, pero no sin antes permitir que aquellos que deseen conocer más sobre esta comunidad tengan la oportunidad de acercarse. A media mañana, las monjas de clausura abren el locutorio para atender a quienes buscan un momento de paz o asistencia espiritual.
La madre abadesa, sor María Paz, destaca la dedicación de las trece hermanas que forman esta comunidad: "Puesto que vivimos consagradas a Dios, a la oración litúrgica, a la oración personal, a la contemplación, también trabajamos en el mantenimiento del Monasterio". Este lugar no solo es un espacio de oración y reflexión, sino también un testimonio vivo del compromiso y amor hacia los demás.
El Monasterio de la Concepción sigue siendo un refugio espiritual en medio del bullicio madrileño, donde cada visita puede ser una oportunidad para reconectar con lo sagrado y experimentar un poco de la historia viviente que lo rodea.