Hoy en día 'La Pecera' sigue siendo punto de encuentro y lugar de reunión tanto para rostros conocidos como anónimos por su ambiente acogedor y por el halo especial de su atmósfera, un poso de cultura que ha ido quedando entre sus paredes desde hace ya casi 100 años.
"Se puede ver lo animado que está. Es un punto de referencia social y cultural de la vida de Madrid y lleno de belleza artística, con lo cual es un lugar perfecto para venir a tomarse algo y empaparse de arte", asegura Valerio, directo del Círculo de Bellas Artes.
'La Pecera' está situada en la planta baja del Círculo de Bellas Artes en un magnífico exponente de la arquitectura de primeros del siglo XX, obra del más representativo arquitecto de la época, Antonio Palacios.
Se trata de una sala decorada con frescos, lámparas, pinturas de la época y esculturas donde se sirven desayunos, el menú del día o cenas a la carta. Una de sus piezas más representativas es la escultura de 'El Salto de Léucade', del vallisoletano Moisés de la Huerta, que ganó el premio internacional de Roma.
Esta escultura lleva consigo un simbolismo mitológico que nos remonta a tiempos de nereidas, sílfides y náyades, cuando la poetisa Safo de Lesbos, buscando alivio por un amor no correspondido y tras ser aconsejada por una ninfa, se arroja al mar desde un acantilado de la isla de Léucade. Si sobrevive, que no sucede, su mal de amores se resolvería con el olvido del hombre deseado.
Según nos explica Valerio, la cafetería del Círculo de Bellas Artes se conoce como 'Pecera' porque, por un lado, se ve la vida de Madrid desde los preciosos ventanales como si estuvieras en el interior de una pecera y, por otro lado, hay una teoría alternativa que dice que los ciudadanos de Madrid se asomaban por estas ventanas para ver a los "peces gordos".