Ainara Ariztoy y Paloma Contreras son las fundadoras de FunerArte, una asociación cultural que pretende enseñar y dar a conocer el patrimonio funerario de Madrid a través de diferentes actividades que acerquen este tipo de arte tan desconocido al público.
Organizan visitas guiadas: un total de 8 tours diferentes a un precio de 10 euros. "Paseamos, vemos esculturas, vemos arquitectura, buscamos historias y nosotras hacemos visitas guiadas o paseos emocionales, como lo queramos llamar".
Estas dos amantes del arte funerario no desvelan los secretos del Cementerio Sacramental de San Justo que, además de lugar de reposo, es un auténtico museo al aire libre. Inaugurado a mediados del siglo XIX, cuenta con un gran valor arquitectónico en muchas de sus sepulturas y variedades.
Arranca nuestra ruta en el patio principal, el primero que se hizo de todos. "Conserva el formato de cómo eran los cementerios cuando se crearon en el siglo XIX. Los nichos en las paredes y en el suelo no había nadie enterrado. Sí había enterrados, eran fosas comunes, lo que no había eran lápidas".
Don Miguel Cullell fue la primera persona enterrada en este cementerio, en 1847. "La muerte nos iguala a todos. Si os dais cuenta en estos nichos va a dar igual que uno sea marqués, que sea un sacerdote o que sea un escritor porque ocupamos el mismo espacio".
De lo más sencillo a lo más ostentoso, un recorrido aprendiendo de sus curiosidades, como el gran cambio de dónde está el dinero, dónde la muerte deja de igualarnos, que lo reflejan los grandes panteones. "Los que tenían dinero, grandes panteones, los que tenían menos dinero, una sepultura al suelo".
Este cementerio también es el lugar de descanso y recuerdo de grandes personajes ilustres de la historia de España en todos los ámbitos, como lo son Blanca de los Ríos, Gerónimo Llorente, Larra, José de Espronceda o Ramón Gómez de la Serna.
Lugar de ilustres y con una simbología en cada detalla, como muestra el panteón de los Marqueses de Linares. "Tenemos un reloj de arena con alas, que lo vamos a ver en todo el cementerio porque el tiempo vuela, el tempus fugit".
Un trabajo que llevan a cabo con el objetivo de hacer que la memoria de los fallecidos no se olvide. Aquí, donde el descanso es eterno, aprendemos a disfrutar de la vida.