Hasta ayer, las calles y barrios de Madrid brillaban con un despliegue de color y alegría para celebrar el Día de Reyes. Sin embargo, hoy los vecinos de la capital se arremangan para quitar cada adorno, cada decoración y cada manualidad que ha llenado sus hogares y espacios públicos durante la temporada navideña. Es el momento de guardar en cajas aquellos recuerdos festivos que volverán a salir a la luz el próximo año.
En la calle Gonzalo de Berceo, en Ciudad Lineal, los residentes encendieron su propia Navidad un día antes de que la ciudad diera la bienvenida a las festividades, iluminando cinco kilómetros con luces deslumbrantes.
Este evento se ha convertido en una tradición local que nació durante la pandemia, cuando los vecinos no solo se asomaban a sus balcones para aplaudir al personal sanitario, sino que también celebraban cumpleaños, brindis y hasta organizaban juegos de bingo.
La magia navideña también se siente en el barrio de Orcasitas, donde sus habitantes transforman sus casas y calles en un auténtico poblado navideño. Sin embargo, hoy, 7 de enero, les toca desmontar su decoración con escaleras en mano y un poco de nostalgia.
Mientras tanto, en Pozuelo de Alarcón, tres hábiles belenistas trabajan arduamente para desmontar un monumental Nacimiento que abarca 90 metros cuadrados. Este impresionante Belén cuenta con numerosos elementos y un total de 350 figuras de varios tamaños, cada una con su propia historia que contar.
Su tarea es meticulosa: Cada figura debe ser cuidadosamente empaquetada para preservar su esencia hasta el próximo año. Así, Madrid se despide de la Navidad con una mezcla de alegría por los momentos compartidos y tristeza por el final de una época tan especial.
Con el eco del último villancico aún resonando en sus corazones, los madrileños ya piensan en las próximas celebraciones mientras guardan las luces y adornos que darán vida nuevamente a sus hogares en diciembre.