Cristina tuvo un accidente y tuvo que alquilar su casa del barrio de Mirasierra, en Fuencarral-el Pardo, y volver a la de sus padres para poder pagar la hipoteca, pero no se imaginó que esa decisión la iba a perjudicar, requiriendo incluso de tratamientos psiquiátricos.
Hace ocho meses conocíamos de cerca su historia, cuando ya estaban “desesperados” tras 3 años en terapia psiquiátrica. Ahora, han logrado recuperar su casa, pero se lleva una deuda de 35.000 euros por los préstamos que ha pedido para seguir pagando la hipoteca.
Su abogado informaba que la inquilina morosa había dejado las llaves en un buzón, y por primera vez en mucho tiempo, ha logrado entrar de nuevo en su vivienda.
“No parece que es mi casa”, es lo primero que afirma Cristina. “No la siento como mi casa, me la han violado”. Los suelos se encuentran destartalados y totalmente agujereados.
“Voy a llamar a un sacerdote para que me la purifique”, asegura. Su madre, con la que estaba viviendo, cuenta que por toda esta situación de estrés le dio “un ictus”.