Recorriendo el Valle de Loira, en Francia, descubrimos el castillo de Chenonceau, también conocido como el 'castillo de las damas', que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que, para poder verlo entero, se necesitan unas 4 horas.
El nombre que recibe esta joya del valle es debido a que fue embellecido y protegido por mujeres y ahora es el monumento privado más visitado de toda Francia.
Esta construcción pasó por varias manos hasta acabar siendo propiedad de Catalina de Médicis, que pasó a ser regente del Reino de Francia tras la muerte de su esposo el rey Enrique II.
Atravesamos las imponente puertas del castillo y llegamos a la galería principal que sirvió de hospital en la Primera Guerra Mundial. Además, aquí se celebraban las fiestas y el trono de la reina estaba situado al fondo de la sala. Lo más sorprendente es asomarte por las ventanas de la galería y ver que está totalmente encima del río Cher.
Una de las fiestas que se celebraron en el castillo fue la llamada 'la fiesta de las tetas al aire' donde todas las damas iban con el pecho descubierto, aunque es más llamativo que la reina pidiese a una sirviente que sirviese el vino tanto al rey como a su hijo sin parte de arriba y con el pelo suelto, algo peor visto en la época ya que la melena al aire solo la llevaban las prostitutas y las jóvenes y solteras.
Entramos ahora en el boticario de Catalina, donde guardaba su colección de plantas medicinales y ungüentos.