Madrileños por el Mundo: Costa de Portugal

  • Aveiro, Cascais, Ericeira o Tavira, son algunos de los destinos más turísticos del país
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid

Viajamos a 531 kilómetros de Madrid para recorrer los pueblos costeros del país vecino, Portugal. Descubrimos la Venecia portuguesa, visitamos la reserva del lobo ibérico, surfeamos en una de las reservas mundiales de surf en Europa y nos sumergimos en el lujo de la Quinta do Lago.

Empezamos nuestro viaje en Óbidos, el pueblo que le regaló el rey Dionisio a Isabel de Aragón como regalo de bodas. Descubrimos las tiendas-librería, su joyería tradicional y la posada más antigua del país.

Librería en Óbidos / Redacción
Librería en Óbidos |Redacción

Tras visitar sus salinas y conocer los curiosos usos que tiene la sal, nos trasladamos a Aveiro, 'la Venecia portuguesa', para hacer una ruta por sus canales a bordo de uno de sus barcos típicos.

Cascais, lugar de espionaje de la KGB debido a la cantidad de personalidades influyentes que vivieron aquí. En Monte Estoril, visitaremos el restaurante donde Don Juan de Borbón solía ir a tomar whisky cada tarde y nos adentramos en el lujo de Quinta do Lago, la zona con el suelo más caro de Portugal.

Cascais, Portugal / Redacción
Cascais, Portugal |Redacción

Nos vamos al Algarve y descubrimos la espectacular Praia da Mariña donde nos despedimos de nuestra madrileña.

Nos dirigimos ahora a la playa de Ericeira, un antiguo pueblo de pescadores que actualmente es reserva mundial del surf en Europa.

Tras probar los 'erizos' dulces típicos de de la zona, nos acercamos a visitar la reserva del lobo ibérico, donde tenemos la suerte de verlos de cerca.

Terminamos la ruta en un espacio multidisciplinar creado por Quicksilver.

A sólo 5 kilómetros de la frontera española se encuentra Monte Gordo. Aquí conocemos las tradiciones pesqueras y asistimos a la elaboración de una típica calderada con pescado fresco a orillas del mar.

Conocemos Tavira montados en un tuk tuk y terminamos nuestra ruta en Ilha Deserta, habitada por un único hombre mayor que se sigue dedicando a la pesca.