Ruido, peleas, suciedad, descontrol... son el fruto del turismo de borrachera, que cada vez tiene más profusión en Madrid, sobre todo entre extranjeros. Por una pequeña cantidad de dinero muchos "relaciones públicas" ofrecen peculiares rutas etílicas todos los días del año. Como siempre, las principales víctimas -hígados aparte- son los vecinos.