Los abucheos y gritos de dimisión al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, han protagonizado este martes el Día de la Fiesta Nacional que ha recuperado el tradicional desfile por el Paseo de la Castellana, después de que el año pasado se suspendiera por la pandemia, aunque en un formato más reducido.
Los reyes Felipe y Letizia, acompañados de la infanta Sofía, han presidido la parada militar, a la que no ha asistido la princesa Leonor, debido a las condiciones sanitarias que impone el internado en el que estudia bachillerato en Gales.
La normalidad ha caracterizado un desfile en el que el que Sánchez no ha podido evitar los pitidos, abucheos, insultos y gritos de "fuera" y "dimisión", tanto al principio como al final del acto, a pesar de que ha intentado sincronizar al máximo su llegada y despedida con la de los reyes.
Como viene siendo tradicional, los monarcas han sido recibidos con vítores y aplausos por los cientos de personas que desde primera hora de la mañana se encontraban apostados en los laterales del Paseo de la Castellana.
El acto ha congregado prácticamente a todos los ministros del Gobierno, incluidos los de Unidas Podemos, entre ellos la titular de Igualdad, Irene Montero, que llevaba una mascarilla con la bandera trans.
Charlando de forma distendida han esperado la llegada de los reyes la ministra de Defensa, Margarita Robles; el alcalde y la presidenta de la Comunidad de Madrid, José Luis Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso, respectivamente; junto al almirante Teodoro López Calderón, jefe del Estado Mayor de la Defensa.En la tribuna de autoridades han estado también todos los presidentes autonómicos, salvo el catalán, Pere Aragonés, y el vasco, Íñigo Urkullu.
A estas ausencias, ya tradicionales, se han unido este año el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, que lo ha justificado en que quiere preparar el debate autonómico de política general del día siguiente, y el de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, de viaje en Bruselas.
La cúpula de Defensa, políticos de todos los partidos, entre ellos, el líder del PP, Pablo Casado; y el Vox, Santiago Abascal; y representantes de las altas instituciones del Estado se encontraban desde primera hora en la tribuna, situada a la altura del estadio Santiago Bernabéu.
El sol y una temperatura casi veraniega han acompañado la celebración de este día, en el que bajo el lema "Servicio y compromiso", se ha querido recordar el trabajo de las Fuerzas Armadas durante la pandemia, en catástrofes naturales como Filomena, en la erupción del volcán de La Palma o en la evacuación de ciudadanos afganos.
La situación sanitaria, con una menor incidencia de la covid, ha permitido volver a ver desfilar por las calles de Madrid a miembros de los tres ejércitos, Guardia Civil, Policía Nacional, Protección Civil o bomberos, todos ellos con mascarilla quirúrgica.
Un total de 2.656 militares, 68 aeronaves entre aviones y helicópteros y 115 vehículos han participado en este desfile frente a los más de 4.000 de 2019, último año que se celebró tras el paréntesis de 2020, en el que se optó por una pequeña parada militar con poco más de medio millar de efectivos en la plaza de la Armería del Palacio Real.
Este año no ha habido ningún susto y el paracaidista con la bandera de España ha tomado tierra justo delante de los reyes en la tribuna de honor. En 2019 se quedó colgado de una farola.
No ha faltado la cabra de la Legión, que en realidad es un carnero, de nombre puzzle. También han desfilado varios perros, como un San Bernardo, mascota de la compañía de Cazadores de Montaña, o los que acompañaban a la Unidad Militar de Emergencias (UME), llamados Pogo, Pampero y Aker.
Los aviones de la Patrulla Águila han abierto el desfile aéreo y han cerrado la parada pintando con humo los cielos de los colores de la bandera de España, que en algún momento se han visto difuminados, para goce de algunos miembros de Podemos, como Pablo Echenique, que ha ironizado en Twitter con el hecho de que el rojo de los laterales parecía el morado de la bandera republicana.