Después de 700 días con mascarilla, casi dos años, ya podemos decirle adiós en espacios interiores. Una decisión que se ha tomado como consecuencia de la mejora en los indicadores de la pandemia y de la alta cobertura de la vacuna. El 92% de los mayores de 12 años tiene la pauta completa.
El final de las mascarillas en interiores ha sido recibido este miércoles con cierta alegría y alivio por parte de la mayoría de los ciudadanos, que ven con esta medida un signo del final de la pandemia, aunque todavía son muchos los que se muestran cautelosos y optan por mantenerla.
“Como ciudadana estoy contenta porque teníamos todos muchas ganas de quitárnosla, pero en comercios creo que la mayoría por ahora vamos a seguir utilizándolas”, ha indicado, Gema, vendedora de una tienda de ultramarinos del Mercado de Chamberí de Madrid.
Los comerciantes afirman que una gran parte de sus clientes sigue entrando a los locales con ella y “son excepciones” los que no la llevan, señala Rafael, carnicero, quien reconoce que la seguirá usando en su trabajo “para salvaguardar a los demás”.
“Nosotros en la empresa hemos decidido que se va a seguir atendiendo con mascarilla y ver cómo va evolucionando todo”, señala Carmen, florista, que está a favor de la retirada “siempre que Sanidad diga que es posible y haya datos que lo avalen”.
En la misma línea piensa Antonio, librero, que considera que “ahora ya es una decisión propia de cada uno”, a lo que un cliente se suma afirmando que “la gente debe tener sentido común, cada uno sabe si está vacunado o si es persona de riesgo”.
En los gimnasios, la gente opta por retirarla. “Lo primero que preguntan es si se puede quitar, les decimos que es opcional y todo el mundo se la quita sonriendo”, confiesa Álvaro, monitor de gimnasio.
En los transportes públicos, una de las excepciones donde se deben mantener, los usuarios se muestran de acuerdo con que siga siendo obligatoria, ya que “donde haya mayores aglomeraciones es bueno que se siga usando”, afirma Luisa, usuaria de metro. “Nosotras no nos las vamos a quitar, no por miedo sino porque no sabemos qué es lo que va a pasar después de la Semana Santa”, afirman dos señoras en una parada de autobús.
En los colegios e institutos la medida ha sido recibida con “alivio y felicidad”, como ha señalado un padre a la entrada del colegio La Inmaculada-Marillac, que indica que "los niños ya estaban deseando poder quitársela”. “Es raro, es como que te falta algo”, comenta un grupo de alumnos a las puertas del centro durante el recreo, que señalan que la mayoría de los adolescentes no la tiene puesta en las clases, a excepción de los profesores, que prefieren mantenerla.