El consumo regular de alimentos ultraprocesados se asocia con un mayor riesgo de desarrollar depresión clínica en el futuro, según un estudio que ha elaborado la Universidad de Navarra con casi 15.000 voluntarios.
El trabajo, publicado por la revista European Journal of Nutrition, ha analizado durante más de diez años a 14.907 voluntarios que no habían sufrido nunca depresión al inicio del estudio y ha detectado 774 nuevos casos de esta enfermedad clínicamente diagnosticada durante un seguimiento máximo de 16 años.
Incremento de probablilidades
A igualdad y con independencia de otros factores, los consumidores de alimentos ultraprocesados presentaban un incremento relativo del riesgo de desarrollar depresión del 33% en comparación con quienes tenían un consumo nulo o mínimo, y este efecto adverso era todavía mayor en personas con niveles bajos de actividad física, precisa la Universidad en un comunicado.
Según Clara Gómez Donoso, investigadora del departamento de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra y primera autora del trabajo, estudios previos ya habían encontrado que "los ultraprocesados aumentaban el riesgo de hipertensión y obesidad", condiciones cardiometabólicas que "comparten mecanismos fisiopatológicos y factores de riesgo con la depresión".
Según la clasificación NOVA, que cataloga los alimentos según su grado de procesamiento, los ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas a partir de ingredientes refinados (azúcar, almidones, aceites vegetales, sal) o sintetizados (grasas trans, proteína hidrolizada, aditivos), y no contienen ningún alimento entero reconocible.
Alimentos peligrosos
Algunos ejemplos son los refrescos azucarados, embutidos, postres lácteos azucarados, galletas, bollería industrial o cereales para el desayuno.
"Se caracterizan por su baja calidad nutricional, conveniencia (están listos para consumir en cualquier momento, sin necesidad de preparación), disponibilidad (el entorno favorece su consumo) e hiper-palatabilidad (son extremadamente sabrosos)", dice Clara Gómez.
Y alerta de que estos productos "desplazan el consumo de alimentos beneficiosos y se alejan de los patrones alimentarios verdaderamente saludables" como la dieta mediterránea, que se ha asociado con un menor riesgo de depresión y con una fuerte reducción de riesgo cardiovascular y de cáncer de mama en el estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea).