El Ministerio de Educación quiere que en vez de hincar los codos ahora se estudie para de una forma más práctica. Todos los alumnos que acaben la educación básica en España no solo deberán conocer los conceptos y hechos de cada materia sino también saber aplicarlos para resolver problemas de la vida real, según la reforma del currículo que prepara Educación y que reduce la complejidad de los diseños anteriores.
El nuevo currículo descarga la excesiva cantidad de contenidos de las leyes anteriores y se centra en los aprendizajes esenciales, que de no alcanzarse sitúan a un estudiante en riesgo de exclusión social.
Aunque sigue incluyendo todos los saberes culturales relevantes, no lo hace desde un enfoque meramente descriptivo y memorístico.
En primer lugar describe las competencias que todo estudiante, sin excepción, debe adquirir para su desarrollo personal, empleabilidad e integración social al término de sus estudios obligatorios.
Las competencias que identifica dentro del denominado "Perfil de salida del alumnado al término de la educación básica" son las de comunicación lingüística; plurilingüe; matemática y en ciencia y tecnología; digital; personal, social y de aprender a aprender; ciudadana; emprendedora y en conciencia y expresión culturales.
Dentro de cada una de éstas propone un conjunto de conocimientos, destrezas y actitudes.
Los conocimientos -explica- se componen de hechos y cifras, conceptos, ideas y teorías que apoyan la comprensión de un tema; las destrezas se definen como la habilidad para realizar procesos y usar los conocimientos existentes para obtener resultados; y las actitudes es la mentalidad y disposición para actuar o reaccionar ante las ideas, personas o las situaciones.
En última instancia, se trata de que el joven sepa responder con "creatividad y eficacia a los retos relacionados con ámbitos de la vida real de gran relevancia para el propio estudiante y para la sociedad".
Por otro lado, en el documento sobre la estructura y componentes curriculares, el Ministerio apuesta por promover la autonomía curricular de los centros escolares, que tendrán además un tiempo del horario escolar para organizar los aprendizajes que consideren más adecuados para su alumnado.
Así, podrán adoptar "experimentaciones, innovaciones pedagógicas, programas educativos, planes de trabajo, formas de organización, normas de convivencia o ampliación del calendario escolar o del horario lectivo de ámbitos, áreas o materias, en los términos que establezcan las Administraciones educativas".
Detalla asimismo la exigencia de que las enseñanzas mínimas "requerirán el 50 por ciento de los horarios escolares para las comunidades autónomas que tengan lengua cooficial y el 60 por ciento para aquellas que no la tengan".