La búsqueda de Anna y Olivia, desaparecidas al igual que su padre hace más de un mes en Tenerife, continúa este lunes con la participación de un buque oceanográfico dotado con un sonar de barrido lateral y con un robot submarino con capacidad para sumergirse hasta los 2.000 metros.
El rastreo se centra desde ayer domingo, cuando se incorporó a la búsqueda el Ángeles Alvariño, frente a la línea de costa de Santa Cruz, desde el puerto hasta el barrio de Añaza.
Desde que saliera el domingo sobre las 15.00 horas, el oceanográfico no ha regresado a puerto y se ha mantenido en esa zona, que peina con desplazamientos que trazan una malla imaginaria.
Hacia esa zona es adonde supuestamente se dirigió Antonio Tomás G.C. en su primera incursión al mar en la noche del 27 de abril, cuando fue visto embarcar solo varias maletas y bolsas antes de zarpar.
A partir de los datos de geoposicionamiento del móvil, la Guardia Civil ha podido averiguar los puntos en los que la lancha estuvo parada, según apuntan a Efe fuentes de la investigación.
Cuando regresaba a puerto, fue interceptado por la Guardia Civil y propuesto para sanción por saltarse el toque de queda, entonces fijado a las 23.00 horas.
Los agentes no encontraron nada sospechoso en la lancha y lo dejaron marchar, pues a esa hora la madre de las niñas aún no había denunciado su desaparición, que un juzgado de Güímar investiga como un presunto caso de secuestro.
Esta zona fue una en la que los servicios de búsqueda rastrearon en los días sucesivos a la desaparición de padre e hijas, aunque luego se fueron desplazando más al sur y llegaron incluso a la isla de La Gomera y a puntos muy alejados de la costa.
Otro de los puntos calientes de la búsqueda es la zona, frente al Puertito de Güímar, donde fue localizada vacía y a la deriva la lancha de Tomás Antonio G.C., y horas después, una silla de retención infantil de una de las niñas.