El juicio por la muerte de Diana Quer encara su recta final. Hasta ahora los testigos han ido desmontando la versión del asesino confeso, José Enrique Abuín, el Chicle. Este martes, hemos podido conocer más sobre su personalidad. Los forenses aseguran que no sufre ninguna alteración psiquiátrica y que no muestra ningún tipo de arrepentimiento.
Un informe elaborado por una entomóloga desmonta la versión de José Enrique Abuín, el Chicle, ya que el estudio de los insectos hallados en el pelo de Diana Quer revela que estuvo al menos entre 20 y 22 días flotando en el pozo y no que el cadáver quedó sumergido la misma noche de la muerte.
La entomóloga Marisa Magaña Loarte atestigua que el estudio científico de los insectos que estaban en el cabello de Diana así lo atestigua. Se trata de un dato revelador aportado en la sesión sexta de la vista oral, la primera dedicada a la prueba pericial, puesto que con él quedaría desmontada la versión ofrecida por el único procesado por el crimen de la madrileña de 18 años, que ante el juez declaró que el cadáver había quedado sumergido la misma noche de la muerte.
El testimonio de la entomóloga contradice por tanto la versión de el Chicle en el sentido de que queda demostrado que el cadáver tuvo que ser contrapesado en una segunda ocasión, al ser mal lastrado en un inicio y emerger.
La versión de Magaña secunda la aportada por dos agentes de Criminalística que testificaron en el juicio que el Chicle primero pudo haber empleado sin éxito un cable endeble y luego otro más robusto, eficaz y con dos asas.
No padece ningún trastorno psiquiátrico
Por su parte, los forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), dos médicos y dos psicólogas, que han comparecido al cierre de la sesión, han afirmado que Abuín no padece alteración psiquiátrica alguna que influya en su comportamiento y no aprecian sufrimiento psíquico en él.
"Él mismo lo dijo, que estaba bien", ha remarcado una de las expertas que, como sus compañeras, ha destacado que el crimen no produjo en él un estrés postraumático y que tiene facultades cognitivas y volitivas plenas, por lo tanto no está alterada su capacidad para comprender.
Las psicólogas no han realizado un perfil sobre el acusado y sí un informe sobre su imputabilidad, que data de 2018, en el que se concluye que el Chicle era responsable de sus acciones.
Han determinado también que presenta resentimiento, que responde con rencor, pero que en cambio es capaz de controlar su ira, de no actuar compulsivamente y sí de tener una conducta tardía.
De hecho, las psicólogas han puesto como ejemplo que él mismo llegó a decirles que en una ocasión esperó un año para romperle los dedos a alguien que se había metido con su pareja.
Además, han detectado en él un trastorno obsesivo compulsivo, así como susceptibilidad ("fácilmente se siente ofendido"), intolerancia, falta de empatía y, junto a ello, tendencia a la atribución externa de responsabilidades.
Rafael Cruz Casado, que preside la Asociación Internacional de Psicología de la Escritura en España, pericia que ha aportado la acusación particular, ha descrito a el Chicle, tras analizar sus cartas, como un hombre con tendencia al hurto y con instintos sexuales "sádicos y violentos", gran "habilidad para mentir y manipular" y nada de empatía