El anuncio del cierre de tres de las siete pistas de esquí del Puerto de Navacerrada (El Telégrafo, El Escaparate y El Bosque) ha sorprendido a unos más que a otros.
Para los establecimientos relacionados con el deporte blanco es un nuevo giro de tuerca a una situación complicada por la pandemia pero que ya venía siendo difícil con los pocos días de nieve que cada año acumulan las laderas de las montañas.
La estación de esquí del Puerto de Navacerrada es una de las más antiguas de España. En sus pendientes se inició la práctica del esquí a principios del siglo XX, siendo Manuel González de Amezúa uno de los primeros 'patinadores' nacionales como se les llamaba entonces.
El primero en calzarse unos esquíes por estos lares fue el noruego Birger Sörensen quien enseñaría a Amezúa este deporte. Tras ellos llegarían el 'Twenty Club', el Club Alpino Español y el Eléctrico del Guadarrama. El tren que llevó a miles de madrileños desde la urbe a la nieve.
En los años 40 llegan los primeros remontes mecánicos y comienza a popularizarse el Puerto de Navacerrada. El despegue llegaría en los años 70 y 80. El esquí en Navacerrada está ligado a dos campeones olímpicos madrileños: Francisco Fernandez-Ochoa (Saporo, 1972) y su hermana Blanca (Albertville, 1992). En sus pistas empezaron y entrenaron ambos medallistas.
En 1994 llegó la polémica al Puerto con los cañones de nieve, dada la escasez de precipitaciones y nieve acumulada precisamente en las pistas que ahora se desmantelan. Éstas siguen el mismo camino que se inició con el desmantelamiento de Valcotos, la estación de esquí del Puerto de Cotos. Una iniciativa de recuperación natural que fue pionera en Europa.