Tres años lleva ya Donald Trump ocupando la presidencia de los Estados Unidos. Desde el minuto uno de su presidencia, Trump se ha dedicado a ejercer de Trump. Ha impuesto un tono ferozmente populista, individualista, de persecución a todo lo que le suena antiamericano, de la inmigración a la OTAN, ha insultado sin rubor a líderes internacionales y amenazado a países extranjeros.
Tampoco le ha temblado el pulso a la hora de cortar cabezas en su administración, ha sido descaradamente nepotista, ha sorteado los escándalos personales y políticos en los que se ha metido. No se ha cortado y ha sido faltón, machista, xenófobo. En definitiva, no ha seguido las reglas y ha convertido su gestión en un show.
Además, ha sorteado con relativo éxito el escándalo de la injerencia rusa en las elecciones, lo que ya tiene mérito, y no parece que la amenaza de un juicio político por pedir a Ucrania que espiase a Joe Biden, vaya a llegar a buen puerto, dado que los demócratas están en minoría en el senado.
Así pues, ¿tiene posibilidades de ganar Trump las elecciones? Sí que las tiene, y por tres motivos. No hay un candidato claro entre los demócratas, divididos. No ha perdido el apoyo de la base de varones blancos, y para ganar solo necesita afianzar el voto en tres estados clave; Michigan, Wisconsin y Pensilvania.
Queda un año, y parece que solo la irrupción de un candidato demócrata fuerte, o que Trump se meta en un charco demasiado grande para él, puede impedir que vuelva a ser presidente cuatro años más.