En el programa 27 de ‘Toc toc… ¿se puede?’ conocemos un exclusivo chalé de 800 metros cuadrados construidos y 2.500 de parcela, con jardín, piscina e impresionantes ventanales. Situado en Boadilla del Monte, el chalé tiene dos plantas en voladizo, con terraza y zona de trabajo anexa, todo ello mirando al enorme jardín con piscina. Al ver la propiedad, nuestro reportero Pablo Dorado se sorprende con el uso que han dado sus dueños al ladrillo y al hormigón y de los grandes espacios de la casa.
A pesar de tener tanto espacio, la casa cuenta solo con solo tres dormitorios. Maryan, la propietaria, vive con su marido e hijo en una casa cuya entrada da acceso directo a la cocina. La isla de la misma está hecha con una piedra natural llamada acuabela, procedente de Brasil y muy delicada, ya que en caso de rotura hay que sustituir la pieza entera. La cocina es de gas y en ella se pueden ver los tubos ascendentes que dan una sensación natural. El mismo efecto lo consigue la columna de ladrillos y el techo y suelo de hormigón. Los bloques de hormigón se hicieron en moldes de madera okume, que evita las imperfecciones y se calientan con suelo radiante.
En el salón principal se encuentran dos ambientes: un comedor y una sala de estar. La casa es muy reciente, la construyeron desde cero hace tres años con la idea de ser ecológica, así que tiene la calificación de eficiencia energética A+, la máxima para una vivienda. La reforma de la antigua vivienda fue completa, porque una reforma a medias les obligaba a adaptarse a espacios que no eran su estilo, como conseguir un salón abierto con acceso directo a la piscina a través de toda la pared de ventanales que pesan una tonelada, pero se deslizan con facilidad gracias a sus rodamientos y carpintería de aluminio.
La decoración general de la casa busca dar tonos de calidez para contrastar con el suelo gris del hormigón, ideas que surgen de nuestra anfitriona, quien es interiorista. Un piano funciona a modo de decoración del siglo XIX y para sujetar las plantas interiores, porque nadie en la casa toca realmente. Al subir a la segunda planta observamos que siguen estando presentes los ladrillos. Por fuera el edificio parece una institución pública, estilo propio del arquitecto: Gonzalo Moure, artífice también de la reforma del Colegio de Arquitectos.
El cuarto principal tiene un mueble de los años 40, comparte años con otras piezas de anticuario de la casa. Maryan nos muestra su vestidor diseñado como una tienda de ropa de lujo ordenado como una secuencia. Le sigue el baño con dos lavabos separados y la zona de ducha e inodoro apartados. El materila del suelo de la ducha es especial: recoge bien el calor bien para las duchas. Por último, el anexo que sobresale de la fachada es el estudio con una terraza que apunta al jardín. Desde aquí bajamos al porche, el cual se disfruta mucho en el verano. El hueco de la piscina estaba ya hecho, pero lo elevaron para que su pequeño tuviera un espacio para aprender a nadar.