Los bebés y los niños de menos de 4 años y las personas de más de 65 son más susceptibles a sufrir una insolación
Algunas enfermedades crónicas, ciertos medicamentos o nuestra situación social pueden influir en nuestra capacidad para afrontar el calor
Redacción
Según el segundo informe de indicadores elaborado por 'The Lancet Countdown', España es el país europeo donde más ha aumentado la mortalidad relacionada con el calor durante este siglo, con una media de 17,2 fallecimientos por cada 100.000 habitantes.
Las probabilidades de sufir un golpe de calor aumentan considerablemente durante el verano, pero conviene recordar que pueden suceder a lo largo de todo el año, sobre todo en aquellas personas que realizan un ejercicio físico intenso.
LOS MÁS VULNERABLES
Cualquiera puede sufrir un golpe de calor, pero las personas que encajan en las siguientes categorías tienen un riesgo más elevado
Las personas mayores y los niños. Las personas más jóvenes o de más edad tienen un riesgo mayor de sufrir una insolación. Generalmente, los bebés y los niños de menos de 4 años y las personas de más de 65 son más susceptibles. La capacidad para afrontar el calor extremo depende de la fortaleza del sistema nervioso central. En los niños no está plenamente desarrollado y en los adultos mayores de 65 años comienza a deteriorarse. Estas circunstancias provocan que el organismo sea menos capaz de afrontar los cambios de la temperatura corporal.
Las personas con sobrepeso. Un nivel elevado de grasa corporal hace que las personas con sobrepeso tengan más riesgo de sufrir un golpe de calor. Esto se debe a que el cuerpo retiene más calor que un cuerpo más delgado, por lo que bajar su tempera en caso de sobrecalentamiento es más difícil.
Las personas muy delgadas. Las personas con déficit de grasa corporal también tienen más posibilidades de sufrir un golpe de calor por la deshidratación con la sequedad de los tejidos.
Las embarazadas también deben tener especial cuidado con el calor ya que su cuerpo se encuentra sometido a un mayor desgaste durante el periodo de gestación.
Las personas que desarrollan trabajos al aire libre. El esfuerzo físico a altas temperaturas es un factor de riesgo ya que el cuerpo puede llegar a alcanzar hasta los 40º de temperatura en un corto espacio de tiempo.
Militares y deportistas. El entrenamiento militar y la práctica de deportes en un clima caluroso son algunas de las situaciones en las que se puede sufrir un golpe de calor. El cuerpo no es capaz de eliminar el calor producido por la actividad intensa, por lo que la temperatura corporal puede aumentar rápidamente, produciéndose el golpe de calor.
Las personas con enfermedades crónicas. Entre las enfermedades que pueden implicar un mayor riesgo de sufrir un golpe de calor o que pueden agravar sus consecuencias figuran: enfermedad cardiaca, cardiorrespiratoria, renal, diabetes o hipertensión arterial.
Pacientes con discapacidad, con facultades mentales disminuidas, convalecientes, encamados o enfermos en situación de dependencia. La dependencia física dificulta el cambio de vestimenta, y la adaptación del entorno.
Las personas con medicación. Ciertos tratamientos afectan la capacidad del organismo para mantenerse hidratado y responder al calor. Algunos ejemplos de estas medicaciones son: los vasoconstrictores (comprimen los vasos sanguíneos), los Beta bloqueadores (regulan la presión arterial al bloquear la adrenalina), los diuréticos (provocan que el cuerpo elimine sodio y agua), los antidepresivos o antipsicóticos (disminuyen los síntomas psiquiátricos del golpe de calor), los estimulantes para el trastorno, por déficit de atención e hiperactividad. Y, por supuesto, hay que tener especial cuidado con el consumo de estimulantes ilegales, como las anfetaminas y la cocaína.
Las personas en situación de aislamiento social.
DEJA QUE TU CUERPO SE ACOSTUMBRE AL CALOR
Es posible que seas más propenso a las enfermedades relacionadas con el calor si te expones a un aumento de temperatura repentino, por ejemplo, una ola de calor al principio del verano o un viaje a una región con temperaturas más altas.
Limita tus actividades durante varios días para permitir que tu organismo se acostumbre al cambio. Sin embargo, todavía puedes correr un mayor riesgo de sufrir un golpe de calor hasta que hayas pasado varias semanas expuesto a temperaturas más altas.
Durante los períodos de temperatura alta sostenida, los ventiladores pueden darte algo de alivio, pero el aire acondicionado es el sistema más eficaz para bajar la temperatura y reducir la humedad.
Una ola de calor al principio del verano o un viaje a una región con temperaturas más altas son factores de riesgo. En estos casos, es recomendable limitar las actividades durante los primeros días para permitir que el organismo se acostumbre al cambio.