La pandemia por la COVID-19 ha promovido múltiples cambios en la asistencia y organización del sistema sanitario, pero ¿van a perdurar? ¿cómo va a cambiar la asistencia sanitaria?
Repensar el sistema sanitario para saber cómo debe ser la organización sanitaria del futuro es una necesidad y una clave para lograr un modelo centrado en el paciente y sus necesidades.
Como señala el Dr. Jesús Canora, internista en el Hospital Universitario de Fuenlabrada, la pandemia nos ha enseñado “la importancia de centrarnos en el paciente y sus necesidades, buscando una medicina más personal, participativa, preventiva y predictiva”.
Y es que la COVID ha supuesto un experimento no buscado de transformación del modelo de prestación de asistencia sanitaria.
El éxito de la transformación del sistema para dedicarse a la atención de la COVID-19 fue principalmente que se hizo de abajo a arriba con la participación de múltiples profesionales (autogestión) y la connivencia de los directivos. Y, además, con la libertad que supuso la ausencia de un control administrativo.
En relación con la teleconsulta que se ha utilizado como alternativa ante la imposibilidad de atender en los hospitales de forma presencial por el alto riesgo de contagio, la clave del éxito de esta es elegir bien a quién va a ir dirigida. No todos los pacientes son susceptibles de este tipo de atención.
Buena parte de los enfermos crónicos son personas de edad avanzada a los que las nuevas tecnologías les resultan extrañas y acceder a la teleconsulta era una exigencia excesiva.
Sin embargo, entre los pacientes más jóvenes esta opción es claramente una alternativa que, además, ha llegado para quedarse.
Hay que rediseñar los hospitales
Los expertos coinciden en la necesidad de rediseñar los hospitales favoreciendo los nexos en común de las especialidades mediante equipos multidisciplinares.
Juan José Ríos, director médico del Hospital Universitario La Paz de Madrid, llama la atención sobre la “necesidad de rediseñar los hospitales y la importancia de los equipos multidisciplinares, favoreciendo los nexos en común entre ellas”.
La pandemia ha servido para destacar la importancia que tiene el médico y los equipos de enfermería, muchas veces maltratados, para el buen funcionamiento de la sanidad y que durante la pandemia se han puesto a la cabeza de la organización para transformar la sanidad.
La experiencia práctica ha evidenciado la importancia de nuevas formas de atender la cronicidad e incluso una buena parte de las consultas de control de no pocas especialidades, como se ha visto con la puesta en marcha de Unidades de hospitalización a domicilio.
En hospitales como el Infanta Cristina de Parla, a todos los pacientes del servicio de Medicina Interna, por ejemplo, se les llamaba por teléfono haciendo un triage diario de los mismos y a los que se consideraba necesario, se les mandaba un sanitario para valoración presencial.
Esto no sólo ha permitido mejorar la experiencia del paciente durante la pandemia, sino que ha hecho posible diagnosticar a tiempo patologías que de otro modo se habrían realizado en fases más avanzadas y con peor pronóstico.
Otro de los cambios que la pandemia ha acelerado en nuestro sistema sanitario tiene que ver con la utilización y aprovechamiento de las TIC, las tecnologías de la información aplicadas a la salud. Estas, deben estar, como reconocen los especialistas en gestión sanitaria, cada vez más incluidas en el día a día para mejorar la práctica clínica y la formación de los propios profesionales sanitarios.
La importancia de mejorar los sistemas de información es decisiva para tener datos a tiempo real en sistemas interoperables, que se puedan manejar con independencia del lugar en el que el paciente solicite la asistencia sanitaria.