Con motivo del 250 aniversario de la fundación de la Lotería Nacional, el Museo ABC presenta la exposición 'Ven a soñar', abierta hasta el 7 de enero, que recorre visualmente la historia de la lotería.
Los casi 80 objetos y documentos del Archivo Histórico Museo de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado aportan el referente histórico y documental necesario para entender la enjundia cultural de la Lotería en España. Entre las obras expuestas se encuentran también documentos de archivo (como la historia del billete desde el primer pagaré del Archivo de Simancas hasta el décimo de 2013), así como obras de arte utilizadas para el diseño de billetes o para las magníficas campañas de propaganda de la Lotería.
La muestra también cuenta con más de 50 dibujos, realizados por artistas insignes de la colección del Museo ABC desde los costumbristas Narciso Méndez Bringa o Ángel Díaz Huertas, pasando por el humor gráfico de Sileno y
Ramón Cilla, hasta la crítica mordaz e inteligente de Joaquín Xaudaró, Manuel Summers o Antonio Mingote.
Junto a ellos, en la visita se reflejan las historias personales que rodean a la Lotería a través de las fotografías del archivo del diario ABC que, durante sus 110 años de historia, ha sido testigo y portavoz de las alegrías y sueños cumplidos en cada sorteo.
En 1763 Carlos III, el rey ilustrado recién desembarcado de Nápoles, con la ayuda del marqués de Esquilache, firmó un decreto con el que aligerar las cargas del Estado sin crear nuevos tributos, proponiendo un juego de "extracción de suertes en la Sala de Gobierno del Consejo de Hacienda". El propio monarca supervisó la redacción de las instrucciones para los posteros (los primeros loteros) y la expedición del primer billete –un pagaré donde se apostaba por el número de una doncella a cuya dote se destinaba parte del dinero recaudado–. Ambos documentos se exponen en esta muestra junto a documentación de la época. La Lotería Real empezaba a rodar. Las extracciones las llevaba a cabo un niño de siete años, alumno del colegio de San Ildefonso, con los ojos vendados. La suerte estaba echada y los españoles empezaron a compartir un mismo sueño: el sueño de El Gordo.