Telemadrid emite 'La gran evasión' este domingo a las 15:30 h
CARMEN M. TEJEDA
Los prisioneros de guerra que los nazis encerraron en el ‘Stalag Luft III’ eran, sobre todo, oficiales de las fuerzas aéreas aliadas, principalmente pilotos de la RAF y estadounidenses. Consideraban, no sólo ellos sino todos los oficiales capturados por los alemanes, que era su deber fugarse del campo de prisioneros o, por lo menos intentarlo, ya que sus órdenes incluían combatir al enemigo en todos los frentes o, como mínimo, hacerles la vida tan difícil que el mando alemán tuviera que sustraer recursos del frente para destinarlos a vigilar prisioneros, o sea a ellos. La Historia es testigo de que lo consiguieron.
Los aviadores protagonizaron numerosos intentos de fuga durante toda la Segunda Guerra Mundial. Eran absolutamente incansables, ideaban planes de fuga en cuanto los encerraban y volvían a intentarlo en cuanto fracasaban. Muchos se dejaron la vida en el intento.
Los aviadores aliados agotaron tanto a los alemanes con sus intentos de fuga que decidieron crear grandes campos para concentrar a los más peligrosos en un solo lugar. Así nacieron los Stammlager der Luftwaffe, Stalag de la Fuerza Aérea, donde, según la Convención de Ginebra sólo se podían internar prisioneros de guerra, nunca civiles. Varios de estos campos se han hecho inmortales en el cine, pero el más famoso de todos es el Stalag Luft III, escenario de la fuga más épica.
Setenta y seis presos huyeron, el 24 de marzo de 1944, por un túnel, que se llamaba ‘Henry’, de 110 metros de largo y 10 metros de profundidad que excavaron en las mismísimas narices de los alemanes. Sólo consiguieron huir tres prisioneros y cincuenta de ellos fueron fusilados por orden directa de Hitler (la llamada Orden de Sagan). Tras la guerra, un tribunal militar juzgó a los responsables de las ejecuciones y el proceso terminó con 14 penas de muerte.
Fue una auténtica fuga de cine y Hollywood no tardó en llevarla a la gran pantalla. Para ello el director John Sturges reunió a un elenco de estrellas, entre ellas Steve McQueen, James Garner, Richard Attenborough, Charles Bronson, Donald Pleasence y James Coburn.
‘La gran evasión’ dejó para la Historia del cine unas cuantas escenas memorables, como la imagen de Steve McQueen haciendo rebotar una pelota de béisbol en la celda de castigo de los alemanes y, sobre todo, el icónico salto en motocicleta de las vallas que le separaban de la libertad. El salto, por cierto, no estaba en el guión, pero McQueen, gran amante de las motos, propuso incluirlo. También se empeñó en realizarlo él personalmente pero se estrelló y la productora no le dejó intentarlo más. Fue el especialista Bud Ekins quien lo realizó (hay cosas que es mejor dejar a profesionales).
El salto ha pasado no sólo a la historia del cine, sino también a la de los moteros, que han intentado emularlo, con mejor o peor resultado, en numerosas ocasiones. La escena se rodó en una preciosa pradera verde de Baviera y para dar impulso a la moto se construyó una rampa de tres metros. Ekins saltó una distancia de 12 metros, alcanzó los 3.5 de altura y una velocidad de 100 km/h. La moto era una Triumph TT 650 Special modificada que actualmente se exhibe en el Museo Triumph de Hinckley.
La Gran Evasión es una película que hay que ver de vez en cuando. Por muchas razones. Telemadrid te da la oportunidad de hacerlo este domingo a las 15:30 h.