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García Bragado, en Tokio 2020 sus últimos 50 km marcha
- "Le he exigido mucho al cuerpo y uno ya va arrastrando las heridas de guerra"
La jamaicana Merlene Ottey, una de las reinas de la velocidad, se retiró con siete Juegos Olímpicos. Jesús Ángel García Bragado la superará en Tokio 2020. "En Río empaté con Ottey, es verdad. Así que en los próximos seré el primer atleta que participa en ocho Juegos", apunta en una entrevista concedida a Efe.
Chuso García Bragado (Madrid, 17 de octubre de 1989) comenta este dato de pasada, casi sin dar importancia a una gesta solo al alcance de los elegidos. En realidad, solo al alcance de un superdotado para la competición como él, una leyenda de la marcha.
Aún recuerda la espectacular ovación que recibió en Río de Janeiro 2016, por parte de toda la delegación española, cuando entró en el comedor de la Villa Olímpica. Entonces tenía 46 años. En Tokio completará, con 51, otros 50 Km.
"Cuando empecé en Barcelona'92 no imaginé que podría participar en ocho Juegos Olímpicos. En Pekín 2008, ya tenía 38 años, y plantearme que llegaría a Londres, con 42, ya me pareció bastante aventurado. El secreto ha sido ir entrenándome año a año e ir corriendo campeonato tras campeonato. Mi reto siempre fue correr un campeonato más", reflexiona.
García Bragado nos recibe en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallés (Barcelona), uno de los escenarios donde se prepara para Tokio. "Al CAR vengo desde hace muchos años, porque me tratan muy bien. Lo utilizo para hacer el trabajo en el gimnasio y con mi fisioterapeuta (Miguel Ángel Cos) y para entrenar en pista", apunta.
Ahora, también para acumular horas y kilómetros en la cámara climática que simula las condiciones de calor y humedad que tendrá en competición y que ya utilizó para preparar el último Mundial, disputado en el horno de Doha, y que acabó en octava posición.
García Bragado, campeón del mundo de 50 Km. marcha hace casi 27 años (Stuttgart 1993) y subcampeón en Atenas 1997, Edmonton 2001 y Berlín 2009, venció, con 49 años, al calor extremo catarí que dejó fundidos en la cuneta a atletas mucho más jóvenes que él para lograr el billete a sus octavos Juegos. Ahí pondrá punto final a su dilatada y exitosa carrera.
"Ya lo tengo todo preparado y planificado para que Tokio sea mi última competición. A partir de ahí, ya no me planteo más objetivos. He conseguido todo lo que había soñado y tengo muy claro que ya no continuaré compitiendo. Seguiré vinculado al deporte que me lo ha dado todo, pero como entrenador", apunta.
Hasta que eso suceda, los reconocimientos y homenajes pueden esperar. Y es que Chuso sabe que, en estos últimos meses, toca volver a darlo todo, hacer un esfuerzo más, entregarse por completo a la marcha por última vez en su carrera: "Un año olímpico es muy importante para cualquier deportista. Así que tengo que dejar de lado otras actividades y dedicar el mayor tiempo que pueda a prepararme lo mejor posible".
Ya sea entrenando en el CAR, marchando por la ribera del río Besòs -reside en la localidad barcelonesa de Sant Adrià del Besòs- o con el grupo de la escuela de El Prat de Llobregat, un vivero de marchadores por el que han pasado reconocidos atletas de la especialidad como Jordi Llopart, José Marín o Dani Plaza, García Bragado no para de sumar kilómetros.
"Generalmente, entreno todos los días de la semana. Intento acumular el máximo de trabajo posible, si puedo en dobles sesiones, y eso me permite luego tener algún día de descanso o no estresarme si otro día no puedo marchar tanto como me gustaría. Y en los períodos de entrenamientos más duros, hago una hora diaria de natación para prevenir las lesiones, sobre todo de espalda", explica.
Medias de 120-140 km semanales, que pasan a ser de 150-180 km cuando se acerca la gran competición, no están nada mal para un atleta que ha cumplido el medio siglo de vida, aunque García Bragado recuerda que, años atrás, solía hacer "30 km diarios" para afinar su puesta a punto.
Montse Pastor, su entrenadora y desde hace años también su pareja, desvela que, con el tiempo, Chuso ha aprendido a tomarse la marcha con más calma, "porque ya lo ha conseguido prácticamente todo en este deporte y eso hace que ahora afronte la preparación y la competición desde la tranquilidad y la experiencia que le da la madurez".
"Siempre se deja llevar por sus sensaciones. Mejor que se conoce él no se conoce nadie. Un día salimos a hacer 'dosmiles' y, a lo mejor, hace su primer 2.000 y ya no sigue rodando. Si su cuerpo le dice 'no', sabe que no hay que forzarlo", añade Pastor.
Y es que, para seguir siendo competitivo a su edad, García Bragado remarca que la prevención de las lesiones es fundamental: "Con la edad, vas aprendiendo a respetar mucho cuáles son tus períodos de entrenamiento y cuáles los de descanso, y a conseguir que tu puesta a punto sea más precisa, para llegar físicamente mejor a los días de competición".
El marchador madrileño subraya que "con la edad, cuesta mucho más recuperarse de una lesión" y que por eso planifica con su equipo hasta el más mínimo detalle de cada temporada, como la hidratación con glicerina (un alcohol líquido que beben los bomberos en situaciones extremas de calor) o la alimentación, aspectos que supervisa Xabier Leibar, su fisiólogo desde hace 25 años.
En su último servicio a la marcha, Jesús Ángel García Bragado firmaría lograr su tercer diploma olímpico (fue cuarto en Pekín 2008 y quinto en Atenas 2004), aunque sabe que, en buena parte, eso dependerá de que no tenga ningún contratiempo físico.
"Le he exigido mucho al cuerpo y uno ya va arrastrando las heridas de guerra, pero me gustaría estar peleando por otro puesto como el de Doha", afirma el madrileño, antes de advertir que, si la prueba se hubiera disputado en la calurosa Tokio tal como inicialmente estaba previsto, en lugar de Sapporo, donde se espera una carrera menos dura y más rápida, tendría más opciones de acabar en los primeros puestos.
Sin embargo, Montse Pastor, que lo conoce muy bien, no descarta nada, y subraya que Chuso es "un atleta muy constante y luchador que nunca tira la toalla por muy mal que lo esté pasando", y eso juega siempre a su favor cuando la carrera lleva a los marchadores al límite, como ocurrió en Catar.
"Yo siempre he confiando en él y sabía que iba a llegar hasta aquí. El Mundial se lo preparó muy concienzudamente y tenía una motivación extra, porque sabía que era una oportunidad muy importante para clasificarse para sus octavos Juegos. Ahora tiene que rematarlos, son los últimos, y por supuesto que lo veo haciendo diploma", sentencia su entrenadora.