Una comedia negra de Luis Enrique Montero, dirigida por Alberto Sabina. Una historia familiar sobre la tolerancia y el rechazo, la doble moral, el amor y el poder de construir y destruir…
Óscar confiesa a su familia que quiere ser una cigala. Estos lo aceptan y lo toleran desde el primer momento organizando una sesión con su psicóloga, experta en disforia de especie, y dándole todo su cariño y apoyo. Al menos aparentemente. Basada en la idea de la búsqueda de identidad de género, esta comedia negra es un viaje que, como reza el prólogo, “transcurre entre el consciente y el inconsciente de los personajes. La vida real y lo que desean, temen, sienten o realmente piensan.”
Todo esto se concentra en Óscar quiere ser una Cigala una historia familiar sobre la tolerancia y el rechazo, la doble moral y el amor y el poder de construir y destruir...
En la puesta en escena de Óscar quiere ser una Cigala propone un doble juego de vertientes estilísticas. Por una, cierto realismo cotidiano; por otra, y en contraposición, una ruptura brechtiana causada por la psique de los personajes, con la que se crea un estímulo de comedia dentro de este drama familiar utilizando recursos esperpénticos y musicales.
Óscar quiere ser una Cigala no deja indiferente a nadie. Desde el comienzo, el público entra en un juego de empatías y desprecios con los personajes. Este juego llega a su cenit con un desenlace en el que es imposible no situarte como persona, justo en el momento cuando comprendes que esta historia surrealista está llena de historias reales...
¿POR QUÉ UNA CIGALA? Notas del autor
“Si buscamos en los mitos, en el origen de todas las historias, y nos ponemos como objetivo encontrar algún caso de disforia de género, nos toparemos rápidamente con dos importantes personajes mitológicos: Tiresias y Hermafrodita. Por otro lado, si buscamos casos donde los padres de una familia utilizan a los hijos como arma en sus asuntos conyugales, hallaremos por ejemplo a Medea o a Procne con sus trágicas y terribles venganzas”.
He tomado estos mitos como punto de partida para desmenuzarlos, modificarlos y jugar con ellos con el objetivo de crear una propuesta contemporánea que hable del cambio, de la búsqueda de la identidad como individuos y de la dicotomía entre lo que pensamos y lo que hacemos desde un punto de vista crítico e irónico. En los mitos encuentro Poesía y Patetismo, y en la actualidad, todo lo demás.
Haciéndome preguntas como ¿Qué sucede cuando una sociedad o una familia se opone a que un individuo sea lo que es o quiera ser? o ¿Qué ocurre con esa peligrosa doble moral que se genera en torno a esa oposición o aceptación? he investigado casos como el de Einar Wegener, quien fue la primera persona en la historia a la que se le realizó una operación de cambio de sexo; el de Jesús Tomillero, un árbitro que ha tenido que abandonar su carrera y que se encuentra bajo protección policial por amenazas de muerte por haber salido del armario; o el de Jan Koum, el creador de Whatsapp que fue rechazado para trabajar en Facebook, empresa que compró la suya por miles de millones de dólares años después.”