Veintiún años después del estreno de "El florido pensil", llega a Madrid la versión femenina de la obra, que explora la educación destinada a formar esposas y amas de casa "ejemplares" en la España de la posguerra, y cuya herencia aún sigue vigente, según sus directores Fernando Bernués y Mireia Gabilondo. "Habíamos acariciado durante mucho tiempo la idea de hacer la versión de las niñas, ya que ya habíamos hecho la versión de los niños en catalán, gallego, vasco y castellano, así que quisimos algo nuevo y optamos por poner el foco en las niñas que padecieron esta educación", ha explicado hoy Bernués a Efe, sobre el montaje que se estrena el próximo 31 de agosto en el Teatro Marquina.
Para los directores, hablar desde el punto de vista de la mujer tenía "más anclaje con la actualidad", que la versión que ya hicieron con los chicos, "un tema que pudo servir de catarsis para quienes habían padecido el adoctrinamiento del franquismo", en palabras de los responsables de la obra; mientras que la versión hecha con mujeres "puede relacionarse con los problemas de igualdad que hoy existen."Aunque hayan pasado ya muchos años, todavía las mujeres sufrimos por cuenta de aquella educación que nos inculcaron entonces. Ya era horrible ser niño en aquella época, pero sí encima eras niña tenía una connotación peor porque eras un ciudadano de segunda", argumenta Gabilondo.
"Hoy en día -recuerda la directora-, la herencia patriarcal se evidencia, por ejemplo, en los anuncios de televisión en los que las mujeres limpian y cuidan a los niños, o en la venta de productos de color azul o rosa, según el género, estereotipos que se siguen reproduciendo cuando llegan a la escuela".
La obra sigue el día a día de 5 niñas, interpretadas por las actrices Nuria González, Chiqui Fernández, Mariola Fuentes, Esperanza Elipe y África Gozalbes, quienes se mueven en un sistema educativo que las forma en asignaturas como "Hogar", con el único objetivo de convertirlas en esposas y amas de casa ejemplares.
La estructura es la misma del montaje original con los chicos, pero está adaptada a la educación que recibían las niñas, a quienes por ejemplo, "les hacían resolver en clase de matemáticas problemas con señoras que iban a la compra a comprar dos kilos de garbanzos...".
Más allá de los roles patriarcales sobre el destino de las mujeres, el modelo de aprendizaje "sigue siendo el mismo", señala la actriz Mariola Fuentes, que critica que todavía hoy sea más importante "memorizar que aprender a pensar".
La obra puede evocar recuerdos entre quienes vivieron ese sistema de educación y todavía son capaces de recitar el catecismo o cantar las canciones con los actores, pero también da la oportunidad a todo el mundo de "reír" de forma colectiva de aquello "que les ha marcado en el pasado", señala Gabilondo.