Sánchez Ortega: "Abengoa estaba en absoluta normalidad cuando cesé'

  • La antigua cúpula de Abengoa se sienta en el banquillo y se enfrenta hasta a 5 años de cárcel por un delito de administración desleal

El ex consejero delegado de Abengoa Manuel Sánchez Ortega ha asegurado hoy que la compañía se encontraba "en absoluta normalidad" cuando cesó, y ha defendido que el contrato por el que recibió una indemnización de 4,5 millones no incluía "ni una sola cláusula" a su favor.

Ante la sección cuarta de la sala de lo Penal que juzga a la excúpula de Abengoa por presunta administración desleal, ha destacado que a tenor de los datos "revisados y auditados", la compañía "tenía respaldo financiero de los mercados y la confianza de sus clientes" en el momento en el que comunicó su renuncia voluntaria, el 20 de abril de 2015, la cual ha atribuido a cuestiones personales.

Sánchez Ortega ha descartado así que su marcha se debiera a la situación de Abengoa, que siete meses más tarde solicitó el preconcurso de acreedores, y ha negado que la firma sevillana tuviera el problema de deuda oculto del que alertó la agencia de calificación Fitch a través de una nota que provocó una caída cercana al 40 % de su valor en bolsa a finales de 2014.

Al respecto, ha reconocido que este hecho "hizo un daño tremendo" a la compañía, cuya cotización "vuelve a subir" en marzo de 2015, y ha reiterado que no presagió deterioro alguno, por lo que no vendió las acciones y bonos de la compañía por valor de 6,5 millones de euros en su haber.

Sobre el nuevo contrato de alta dirección suscrito con la sociedad en febrero de 2015, Sánchez Ortega, para quien la Fiscalía pide cuatro años y tres meses de cárcel, ha explicado que aunque prefería no firmarlo tuvo que hacerlo al tratarse de una exigencia legal, y que si bien mantuvo "el mismo sueldo", introdujo "cláusulas que parecían de sentido común".

Entre éstas, ha señalado la contraprestación por no competencia en el sector durante dos años, origen de la indemnización, cláusula a la que ha calificado de "costumbre" no escrita hasta la fecha.

Asimismo, ha aseverado que nunca cobró los 3,3 millones de retribución variable asignados por el Consejo, y a preguntas del fiscal José Perals, ha relatado que tras su cese firmó un nuevo contrato con la compañía como asesor del consejero delegado entrante. Un cargo "normal" en el ámbito empresarial y "sin responsabilidad ejecutiva ni posibilidad de toma de decisiones" que ocupó durante un mes.

Según el escrito del fiscal, tanto Sánchez Ortega como el expresidente Felipe Benjumea -para el que pide cinco años de cárcel- se favorecieron de sendas indemnizaciones millonarias de 4,5 y 11,4 millones de euros, respectivamente, a sabiendas de que la compañía "ya atravesaba una grave crisis". Irregularidades en las que habrían participado tres de los integrantes de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones que autorizó los pagos: su presidenta, Mercedes Gracia, y dos de sus consejeros, Alicia Velarde y Antonio Fornieles, que se enfrentan a entre tres y cuatro años y medio de cárcel.

La presidenta del tribunal Ángela Murillo ha suspendido la sesión hasta mañana, jornada en la que Sánchez Ortega continuará respondiendo al resto de acusaciones y a las defensas.

OTROS CASOS SIMILARES

Uno de los casos más flagrantes de administración desleal durante la crisis económica fue el de las jubilaciones millonarias de la extinta Caixa Penedés. Burlando todos los controles, sus directivos se autoconcedieron más de 31 millones de euros en planes de pensiones. Reconocieron su culpabilidad, devolvieron el dinero... y evitaron así el ingreso en la carcel.

El de NovacaixaGalicia fue uno de los mayores escándalos de las cajas rescatadas. Cinco directivos se adjudicaron indemnizaciones por valor 22 millones de euros justo antes de que la entidad fuera rescatada. Administración desleal FUE también uno de los delitos que salpicó a los responsables de la CAM por sus prejubilaciones millonarias de casi 13 millones de euros.

Aunque el caso de administración desleal más mediático fue el de las denominadas tarjetas black. Un escándalo que desveló como durante años, casi todos los consejeros de Caja Madrid dispusieron de una tarjeta para sus gastos personales con cargo a las cuentas de la caja. Un desvio opaco a hacienda valorado en más de 15 millones de euros.