La canciller alemana, Angela Merkel, y el líder socialdemócrata, Martin Schulz, abrieron hoy una vía de diálogo, diez semanas después de las elecciones generales y ante la evidencia de que solo ellos pueden negociar un gobierno estable para la primera economía europea.
A las 19.00 GMT, noche cerrada en Berlín y bordeando los cero grados, la líder de la Unión Cristianodemócrata (CSU), el del Partido Socialdemócrata (SPD) y el de la Unión Socialcristiana bávara (CSU), Horst Seehofer, acudieron a su cita con el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, para tantear salidas que eviten nuevas elecciones.
Era una reunión sin agenda marcada ni más imágenes que las de la entrada en la sede presidencial del Palacio de Belleveu, al término de la cual tampoco se prevén declaraciones, puesto que cada uno de los líderes deberá evaluar lo abordado primeramente con su partido.
Teóricamente no debería haber escollos insalvables entre tres formaciones que han gobernado juntas en la primera y en la tercera legislatura de Merkel, además de seguir haciéndolo en funciones y en varios de los 16 estados federados del país.
Pero tanto conservadores como socialdemócratas han sufrido una fuerte erosión, ya que si en la primera coalición de Merkel sumaron el 70 % de los votos, ahora estarían en el 53 %, en medio del ímpetu de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
La canciller tanteó primero una coalición inédita, con los verdes y los liberales, pero fracasó tras cinco semanas de contactos, mientras que Schulz, inicialmente determinado a ir a la oposición, ha tenido que abrirse al diálogo, a instancias del presidente.
Steinmeier ha cobrado una inusitada relevancia, en un país donde la Constitución reserva al presidente un papel representativo y neutral, ya que deja en suspenso su militancia durante su mandato.
Procede del SPD y tiene su peso en el partido -fue su candidato a la Cancillería en 2009-, pero a la vez mantiene una muy buena relación con la canciller, de quien fue ministro de Exteriores, hasta que en febrero accedió a la presidencia como candidato consensuado por la gran coalición.
Tras fracasar los contactos entre conservadores, liberales y verdes, Steinmier llamó a la CDU/CSU y SPD al diálogo, lo que favoreció el propósito de la canciller de romper el bloqueo del SPD.
Steinmeier encarna en esta crisis la solidez, en contraste con la canciller, Schulz y el bávaro Seehofer, cada uno en su encrucijada.
Merkel quedó debilitada en las generales del 24 de septiembre, ya que se impuso claramente, pero obtuvo para la CDU/CSU el peor resultado desde 1949 -un 33 %-, lo que su ala más derechista atribuye a la falta de un perfil más claramente conservador.
Schulz está bajo presión, ya que bajo su liderazgo el SPD se hundió en su mínimo histórico -un 20,5 %- y ahora se va visto forzado a rectificar, tras haber rechazado categóricamente la posibilidad de reeditar la gran coalición.
El rival de Merkel no podía negarse a la llamada de Steinmeier de abrirse al diálogo, pero la izquierda del SPD le apremia a no entrar en otro gobierno con la canciller.
Cualquier forma de apoyo a un Ejecutivo de Merkel, inclusive si es brindando apoyo parlamentario a un gobierno en minoría, deberá ser sometido a la aprobación de sus bases.
Desde su posición de líder derrotado en las urnas, pero forzado a seguir en diálogo con Merkel, Schulz se presentará a su reelección como líder del SPD en el congreso federal del partido, que tendrá lugar del 7 al 9 de diciembre próximos.
Extremadamente delicada es también la posición del líder bávaro, cuyo partido se debate entre la fracción continuista -representada por el ministro de Interior, Joachim Herrmann- y el eterno rival interno de Seehofer, su ministro de Finanzas, Markus Söder.
Tras varias prórrogas en la toma de decisiones, se espera que el lunes se defina un nuevo liderazgo, en medio del nerviosismo creciente ante el empuje de la AfD en Baviera, el próspero "Land" donde la CSU ha sido partido hegemónico desde los 50.
El próximo año se celebran regionales en dicho estado federado y los sondeos apuntan a que la CSU podría quedar en el 38 % de los votos, tal vez con la AfD como segunda fuerza.
La CSU tuvo bajo presión a Merkel en la pasada legislatura con sus exigencias de limitar la entrada de los refugiados y un proceder más propio de un rival que de un aliado, lo que dificulta cualquier vía de diálogo con el SPD necesitado de recuperar electorado.