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Un año del regreso de los talibanes al poder: así ha cambiado Afganistán
- Doce meses después de la meteórica caída del país en manos de los extremistas, la hambruna se ha agravado y las mujeres viven bajo el yugo talibán
- Afganistán vuelve a ser cuna del terrorismo por los estrechos lazos que el régimen del terror mantiene con Al Qaeda y grupos yihadistas
El 15 de agosto de 2021, el reloj retrocedió 25 años en Afganistán. La conquista de Kabul por parte de los talibanes en una ofensiva relámpago traía de vuelta el régimen del terror instaurado en 1996 y devolvía al país al aislamiento internacional.
Un año después de la meteórica caída del país, el movimiento extremista ultraconservador ha aprovechado el desvío del foco mediático por la guerra en Ucrania para endurecer sus políticas tras meses de promesas de que el nuevo régimen instauraría un "gobierno inclusivo" que velaría por el respeto a los Derechos Humanos.
La salida de Estados Unidos tras 20 años de ocupación culminó el 30 de agosto con motivo de los acuerdos firmados en Doha por el Gobierno estadounidense, por aquel entonces bajo el liderazgo de Donald Trump, y los talibanes en 2020, con el compromiso de que Afganistán no se convirtiera en cuna de acciones terroristas contra Occidente.
Las imágenes de decenas de miles de mujeres, niños y hombres afganos saltando las vallas del aeropuerto Hamid Karzai de Kabul fueron el símbolo de la desesperación por huir de un país que en pocas semanas volvería a estar bajo la interpretación estricta de la sharía, a través de la cual se establecen desde castigos físicos hasta ejecuciones públicas o lapidaciones por adulterio.
EEUU deja Afganistán tras 20 años de guerra mientras los talibanes toman el aeropuerto y lo festejan
A la salida precipitada de la comunidad internacional se unía el fin de la democracia con la huida a Emiratos Árabes Unidos del entonces presidente afgano Ashraf Ghani, dejando el país en manos de los insurgentes dos décadas después de la caída del Emirato Islámico en 2001.
Imposición del burka, niñas excluidas de las escuelas, reinstauración de la policía de la moral… Estos son los cambios más significativos que ha sufrido el país en 12 meses de régimen talibán.
Un Gobierno de la vieja guardia
Cuando la caída del país era inminente, dentro del movimiento talibán ya se habían acordado algunas de las caras que liderarían el nuevo régimen.
Los dirigentes ya ostentaron importantes cargos en la década de los 90 y de hecho el actual gabinete está integrado por varios ex reos de Guantánamo.
Hassan Akhund, cofundador del movimiento talibán, ocupa desde hace un año el cargo de primer ministro del Gobierno interino. Durante el primer Emirato Islámico fue vice primer ministro y ministro de Exteriores.
El número dos es Abdul Ghani Baradar, vice primer ministro del Gobierno que ocupó altos cargos en 2001 y que posteriormente ha liderado las operaciones militares del movimiento.
Ellos son los herederos del mulá Omar, líder fundador del grupo talibán y emir de Afganistán durante los 5 años de Emirato en los 90. Mohammad Omar luchó contra la Unión Soviética y estrechó lazos con la Al Qaeda de Osama bin Laden, 'cerebro' de los atentados del 11-S.
También la red Haqqani, considerada como la escisión más radical de los talibanes, está al mando de varios ministerios de especial relevancia, como el Ministerio del Interior, encabezado por Sirajuddin Haqqani, hijo del fundador del clan familiar y actual líder.
Desde 2016, Mawlawi Hibatullah Akhundzada ostenta el más alto rango del grupo talibán como líder espiritual y es considerado la máxima autoridad en materia política, religiosa y militar.
Mujeres y niñas, bajo el yugo talibán
Las mujeres y las niñas han sido el principal objetivo de los ataques a los Derechos Humanos por parte de los talibanes, a pesar de la imagen de cambio de mentalidad que los fundamentalistas quisieron vender en un primer momento.
En estos 12 meses los talibanes han borrado a las mujeres de la vida pública, privándolas del acceso al trabajo y de derechos sociales además de prohibirlas viajar o realizar trayectos largos sin la compañía de un hombre, entre otras violaciones de derechos fundamentales.
Lo que empezó con recomendaciones a la vestimenta para cubrir el cuerpo se recrudecieron de forma definitiva en mayo de este año con la imposición del burka, siendo la primera vez en décadas que las afganas están obligadas a cubrirse por ley.
De acuerdo con la nueva norma, las mujeres deberán llevar esta prenda en los espacios públicos y también en su casa, si reciben la visita de hombres que no sean familiares, con el objetivo de no crear tentaciones en ellos.
Es importante destacar que los talibanes han eliminado el Ministerio de la Mujer para reinstaurar el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio. De este último departamento sale la llamada policía de la moral, los guardianes del cumplimiento del burka.
Para las afganas no hay esperanza desde la infancia. Las niñas mayores de 12 años han quedado excluidas de las escuelas por orden del Ministerio del Interior.
Esto implica un retroceso enorme de los avances logrados desde la caída del régimen a principios de siglo. En 1999, no había ni una sola niña inscrita en la escuela secundaria, mientras que de 2003 a 2017 el porcentaje de niñas escolarizadas pasó de un 6% a un 39%, según estimaciones del Banco Mundial.
De las peores crisis humanitarias del mundo
Afganistán vive una de las peores crisis humanitarias a nivel mundial. La sequía y la llegada de los talibanes ha agravado la espiral del hambre y Naciones Unidas advertía a principios de este año de que el país se asomaba a la pobreza casi universal.
La crisis económica derivada de la congelación de activos afganos en el extranjero, medida que buscaba mermar la financiación de los extremistas, y el recorte en la ayuda internacional han terminado por devastar la ya de por sí débil economía afgana.
Alrededor de 19,7 millones de personas, casi la mitad de la población, se enfrentan al hambre aguda al no poder alimentarse a diario, según el último análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) de la ONU y el Programa Mundial de Alimentos.
De ellas, unos 9,6 millones son niños y se prevé que 18,9 millones de niños, niñas y personas adultas necesiten ayuda alimentaria de junio a noviembre de este año, según Save the Children.
Las organizaciones internacionales insisten en que la hambruna está tan expandida por el país que los fondos destinados a ayuda alimentaria no son suficientes y solo alcanzan a 3,2 millones de personas.
Más refugiados
Durante más de cuatro décadas, Afganistán experimentó una sucesión de conflictos que obligaron a millones de personas a huir de sus hogares. El rápido avance de los insurgentes a mediados de agosto aumentó el número de refugiados y desplazados internos.
Los ciudadanos afganos representan la tercera población refugiada más grande del mundo, con más de 2,7 millones de refugiados en más de 98 países a finales de 2021, según el informe de Tendencias Globales de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Esta cifra supone un aumento del 5% (774.000 desplazamientos nuevos) con respecto al 2020 debido al éxodo a países vecinos como Pakistán, Irán y países de Europa y Asia.
Además, la cantidad total de personas desplazadas internas alcanzó un estimado de 3,5 millones a fines de año debido al cambio político, según el citado informe.
Cuna del terrorismo, otra vez
Afganistán es un país propicio para que operen células terroristas. La corrupción, las sucesivas guerras civiles y la debilidad de los gobiernos que se han ido turnando los señores de la guerra hacen que sea suelo fértil de organizaciones terroristas.
Durante el lustro que los talibanes gobernaron, Afganistán se convirtió en caldo de cultivo terrorista al hospedar a bin Laden. Una relación estrecha que los talibanes aún mantienen desde la década de los 90 y que abarca a otros grupos yihadistas.
Y ese era precisamente el principal miedo de Occidente: que la implantación de un régimen talibán vuelva a hacer de Afganistán el campo de reclutamiento terrorista por excelencia.
Ahora, con el anuncio de EEUU de haber matado al líder de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, que se encontraba en paradero desconocido desde hacía 10 años, en un ataque aéreo sobre su residencia en Kabul deja ver que el país vuelve a ser refugio para grupos terroristas, lo que violaría el acuerdo de Doha, tal y como denuncia Washington.
Tampoco hay que olvidar la presencia del Estado Islámico (EI), una de las mayores amenazas a la seguridad. Desde la toma del país son varios los atentados contra minorías y edificios religiosos que los insurgentes se han atribuido.
El último atentado reivindicado por EI ha sido contra Rahimullah Haqqani, un conocido religioso talibán defensor del acceso de las mujeres a la educación y el trabajo, asesinado en un ataque suicida el pasado jueves en su escuela coránica de Kabul.