Los dispositivos municipales han detectado un aumento en Madrid de los pisos clandestinos donde se ejerce la prostitución. Según la documentación del plan operativo contra la trata de mujeres y otros abusos de derechos humanos en contextos de prostitución, en los últimos años se han identificado cambios en las dinámicas de prostitución en la calle. Según las asociaciones que luchan contra la trata de mujeres, en la región hay unos 500 inmuebles así. En algunos casos, edificios enteros donde las mujeres trabajan como esclavas sexuales.
Este cambio se ha traducido en que muchas mujeres han comenzado o intensificado el ejercicio en espacios cerrados como clubs, pisos o por medio de Internet, lo que incrementa su vulnerabilidad al quedar invisibilizadas e inaccesibles a los recursos de atención, tanto públicos como privados. Uno de los indicadores que refleja esta realidad es el aumento de flyers con anuncios de servicios sexuales en las calles de la ciudad.
Las estimaciones de los dispositivos municipales indican que unas 160 mujeres se encuentran diariamente en contextos de prostitución en las calles de Madrid, principalmente en Montera, Gran Vía, calles como Desengaño, Ballesta, Aduana, plaza de Luna, Ballesta, plaza de Benavente, calle Atocha, en la zona de Lago y Batán de la Casa de Campo, Capitán Haya y Cuzco, en los alrededores de Méndez Alvaro, en la colonia Marconi, en el polígono El Gato o en el paseo del Rey.
NIGERIA Y RUMANIA, VUDU Y LOVER BOYS
Atendiendo a los datos de intervenciones desde los dispositivos municipales de atención integral en 2017, las nacionalidades más frecuentes en los casos de trata con fines de explotación sexual en calle son nigeriana y rumana, cada una con unas características especiales.
Las mujeres procedentes de Nigeria proceden principalmente del Edo State. Los tratantes, en muchos casos, forman parte de la familia extensa de la víctima o con poder dentro de la comunidad. Incluso en ocasiones la trata es aprobada por la familia de la víctima, que la entiende como un sacrificio por el bien del porvenir colectivo. Las mujeres son acogidas por una madame y todo se sella en una ceremonia vudú, que sienta las bases del control sobre ellas. Además el contrato vudú que firman, que incluye el pago de una deuda que puede ir entre los 30.000 y los 50.000 euros para ser totalmente libre.
A todo eso se suma el viaje hasta España, por ruta terrestre atravesando Argelia y Marruecos o echándose a las pateras. Mujeres han verbalizado las agresiones sexuales sufridas en este recorrido.
Las mujeres procedentes de Rumanía proceden principalmente de la zona de Constanza. La figura que entra en juego es la del lover boy o falso marido, que engatusa a mujeres muy jóvenes en pésimas situación económica y con familias desestructuradas. Aprovechan la vulnerabilidad de chicas de entre 15 y 17 años para comenzar con ellas en su país de origen una relación sentimental de dependencia. El siguiente paso es la propuesta para viajar a otros países en busca de nuevas oportunidades para la pareja.
Una vez en España, la supuesta pareja le obliga a prostituirse valiéndose de la dependencia emocional establecida, del aislamiento y del control sobre la mujer.
Según los dispositivos municipales, el perfil de edad mayoritario es el de mujeres de entre 35 y 44 años. En 2017 esta franja fue mayoritaria por primera vez para las atendidas por equipos de calle, en el que hasta el momento predominaba el grupo de entre 25 y 34 años.