Mañana de sol y frío en Madrid tras una noche también fría, pero de negociaciones calientes, que ha conseguido dibujar una sonrisa optimista en el rostro de los trabajadores del sector de la limpieza viaria y jardines que, en esta ocasión, han compartido calle con sus colegas de Tragsa.
"Estad atentos esta tarde porque es posible que os llamemos e igual nos tenemos que juntar para zanjar el tema". Esto le ha dicho un sindicalista a una cuadrilla de compañeros barrenderos en la Puerta del Sol ante el probable fin de una huelga que ya ha durado doce días y que podría firmar su epitafio en las próximas horas.
Los servicios mínimos de limpieza viaria y Tragsa forman equipo desde anoche y la estrategia está clara: hay que limpiar la zona centro. Los primeros se encargan de adecentar las zonas más turísticas, como la Puerta del Sol o Gran Vía; mientras que los segundos, más desafortunados, se enfrentan a todas aquellas calles céntricas que desde hace doce días no se han limpiado, como la Plaza del Rey o la calle Barquillo.
Abdullah, un sonriente barrendero que se encontraba en la Gran Vía, disimuló su optimismo para optar por la prudencia ante lo que pudiera ser el acuerdo entre las partes. "De momento no se ha firmado nada, pero si esta tarde o esta noche se consigue, habremos salvado el pan de nuestros hijos".
El optimismo discreto del que hacen gala trabajadores como Abdullah, que no se atreven a decir muy alto que al acuerdo sólo le falta la rúbrica, contrasta con las caras de los trabajadores de Tragsa, que han tenido que coger la escoba esta noche obedeciendo las órdenes del Consistorio.
PATRULLAS DE TRAGSA
Las patrullas de Tragsa, difíciles de encontrar pese a la escolta policial, las conforman cuadrillas de unos ocho operarios que visten mono amarillo fosforescente completo. Todos ellos tienen prohibido hablar con los medios. Sin embargo, a través del sonido de sus escobas, se les escucha comentar que la noche ha sido bastante tranquila pero que se han topado con mucha porquería.
La basura sigue ahí pero una parte de los vecinos madrileños, solidarizada con los barrenderos, no entiende que las cuadrillas de Tragsa salgan a limpiar.
Este es el caso de Mercedes, tajante en su valoración. "No me parece bien -afirma- porque tienen compañeros luchando por sus derechos y si no nos unimos todos, esto se va a la mierda".
Juan y Ángel, responsables de una de las patrullas de Tragsa, y -ellos sí- legitimados para hablar, justifican su actuación: "Nosotros somos una empresa pública y si nos llaman tenemos que salir", aunque también señalan que cuanto antes se pongan de acuerdo las partes será "mejor para todos".
La calle sigue sucia, especialmente las zonas periféricas de la capital, pero el clima social es diferente al de hace una semana. Los empleados del servicio de limpieza viaria han cambiado su discurso encendido por el de la ilusión, ya no hay contenedores quemados ni detenidos y calles que hace siete días estaban asfixiadas por la basura, ahora empiezan a respirar.
Al acuerdo entre sindicatos y empresas del sector de la limpieza viaria sólo le falta la firma. En las próximas horas puede llegar y muchos barrenderos desean volver a trabajar con sus derechos intactos porque, como ha explicado Abdullah, esta vez han luchado por algo "realmente importante".