Desde este martes, 6.000 explotaciones de ovino y caprino de Cuenca, Ciudad Real, Toledo y Albacete, con unas 3,5 millones de cabezas, están inmovilizadas debido a la viruela ovina, enfermedad altamente contagiosa y con una elevada mortalidad entre los animales pero que no se transmite al humano ni a la leche o al queso que producen.
Los expertos están sorprendidos por cómo lo que comenzó siendo un foco de viruela ovina/caprina en Granada, que luego dio el salto a Cuenca, ha terminado por expandirse en la región castellano-manchega hasta llegar a inmovilizar al ganado tras 25 brotes y 38.000 animales sacrificados.
La decisión de la Junta de Castilla-La Mancha se ha precipitado tras la detección estos días de un brote en una finca grande en la provincia de Ciudad Real, alejado de los focos iniciales de Cuenca y del radio de acción de éstos.
El caso sospechoso en Ciudad Real supone que el origen más probable es el movimiento de ganado desde otra zona y de ahí la inmovilizacion del ganado decretada para frenar la propagación; una medida que no tiene fecha final, a la espera de la evolución epidemiológica de la situación.
Las restricciones incluyen limpiar y desinfectar correctamente los medios de transporte y ampliar el ámbito de toma de muestras hasta llegar a 500 explotaciones en dos meses.
Sólo se autorizan movimientos de animales con destino a matadero aunque se podrá seguir recogiendo leche en las explotaciones y los animales también se pueden pastorear.