Turismo de sequía: Descienden los embalses, emergen las ruinas y acuden los visitantes
Joan Riera, alcalde de Villanova de Sau, ha lamentado que esta afluencia haya provocado "actitudes incívicas"
REDACCIÓN
Cuando el calor aprieta y el agua no llega, como ecos del pasado resurgen restos de iglesias, puentes y hasta pueblos enteros. Se sustituyen entonces los pantanos y los estanques por ríos de turistas y curiosos que, en ocasiones, alteran la tranquilidad de estos espacios naturales.
Se denomina “turismo de sequía” y es la razón de las quejas de Joan Riera, alcalde de Villanova de Sau, en Barcelona. Él ha optado por restringir el acceso al pantano de su municipio, colapsado por la gran afluencia de turistas que quieren entrar en la iglesia de Sant Romà, sumergida en 1962 y que ahora ha quedado completamente al descubierto por la sequía.
"No tenemos que celebrar esta afluencia de turistas porque es consecuencia de un desastre natural que está afectando mucho a nuestra zona", ha dicho Riera. También ha lamentado que esta afluencia haya provocado, en algunos casos, "actitudes incívicas" y "haya dificultado el acceso de los vecinos al pueblo", retenidos en la carretera más de una hora.
"Es bueno que haya turismo y que disfruten del pueblo y del valle, pero es cierto que tanto turismo también nos perjudica", aduce el alcalde, quien asegura que estas últimas semanas se han acumulado más residuos que el resto del año, lo que "genera un gran gasto para el Ayuntamiento".
Otras localidades
Riera lo denomina “el efecto Instagram” y también es perceptible en otros restos puestos al descubierto a causa del fuerte descenso del agua. Por ejemplo, en numerosos municipios de Galicia donde han resurgido aldeas completas, castros o petroglifos que a diario reciben la visita de muchos curiosos, eso sí, aquí sin aparentes mayores problemas.
En la localidad ourensana de Bande, de apenas 1.500 habitantes, disfrutan de numerosos tesoros, el más espectacular seguramente el campamento militar romano de Aquis Querquennis, también conocido como "A Cidá", de hecho uno de los referentes turísticos de la provincia.
A menos de treinta kilómetros de distancia de Bande, ya en el límite con Portugal, otro de los tesoros es el pueblo de Aceredo, en el embalse de Lindoso, desaparecido en el año 1992 y cuyas ruinas han quedado al descubierto debido al descenso del nivel de agua desde hace meses.
La provincia de Lugo también disfruta de su particular "Atlántida gallega", como es Portomarín, a orillas del Miño, uno de los ríos que mejor reflejan cada verano las consecuencias de la falta de agua durante la época estival. La actual falta de agua permite a los turistas y curiosos pasear por las antiguas calles de la localidad.
En Cantabria, cuando llegan épocas de sequía, el pantano del Ebro deja al descubierto la catedral de los peces; las ruinas del puente Noguerol, que se ve perfectamente desde Burgos y Cantabria; y también el esqueleto del aeródromo de Orzales, en Campoo de Yuso.
La afluencia de curiosos no es masiva en el embalse asturiano de Grandas de Salime, uno de los tres que hay en el cauce del río Navia, donde es habitual cada año por esta época que afloren los viejos muros de pizarra del pueblo de Salime, aunque sí que se acercan personas que van a visitar la central eléctrica o que hacen el Camino Primitivo de Santiago.
Más de 800 kilómetros al sur, en la provincia de Córdoba, la bajada de nivel de las aguas permite retomar la investigación del yacimiento ibero normalmente oculto bajo el embalse de Sierra Boyera, que está al 12 %. Aunque, en este caso, son los profesionales de la Universidad de Granada los únicos privilegiados que por el momento pueden llegar hasta este enclave, fechado entre los siglos VI a II antes de Cristo y descubierto en 2017.
En el embalse de Iznájar, el mayor de Andalucía por capacidad, aunque ahora por debajo del 18 %, es tradicional que la bajada del agua permita la visión de las estructuras que inundó en 1969 y también de una necrópolis ibera y restos romanos, para los que se están organizando visitas guiadas que por ahora están siendo un éxito por el interés que ha despertado entre la población.
El ejemplo más destacado en Aragón es la torre y el esconjuradero del pueblo de Mediano, que cuando el pantano del mismo nombre baja de nivel, vuelve a emerger del fondo de las aguas que anegaron tanto la iglesia como las casas del pueblo.
Castilla y León, donde los pantanos no tienen un nivel tan preocupante como en otras regiones, el descenso del pantano de la Cuerda del Pozo, en la provincia de Soria, deja ver estos días el puente romano de Vinuesa y buena parte de la torre de la iglesia del pueblo de La Muedra, que está anegado cuando el embalse sube de nivel.
Además, en Aguilar de Campoo (Palencia), la sequía ha dejado al descubierto las ruinas del puente medieval fechado entre los siglos XIII y XIV de la desaparecida localidad de Villanueva del Rio, si bien, por el momento, la presencia de algunos visitantes no ha generado aquí ningún tipo de negocio.