El verano sigue asentado en Zaragoza y ante el susto inicial por el anuncio de lluvias, un soleado día ha recibido a las miles de personas que llegadas de todos los rincones de España y en representación de distintos países de hispanoamérica han querido rendir homenaje a la Virgen del Pilar.
Desde primeras horas de la mañana, las calles del centro de la capital aragonesa se han teñido de color mientras los cantos de la jota aragonesa resonaban por los altavoces instalados para ambientar a los oferentes, que, ataviados con trajes regionales, no han dejado de mirar con temor las nubes que por momentos han ido surcando el cielo.
Hasta 531 grupos organizados por pueblos, familias, por amigos, de comunidades de vecinos, de asociaciones culturales o deportivas, o de cuerpos de Seguridad se han inscrito para participar en la Ofrenda de la Patrona de la Hispanidad, a las que se suman las miles que a lo largo de la jornada se incorporarán a título individual.
En total dieciocho países se han registrado en la Ofrenda, que este año tenía como protagonista a Colombia, cuya bandera presidía los pies del monumento floral y que ha portado un grupo de la asociación Aculco y Asim, fundada para mantener los lazos de los 7.000 colombianos afincados en Aragón, organizar fiestas, recolectas y repartir alimentos.
Los miembros de este grupo han lucido una variada muestra de trajes del país como el Bambuco, el sanjuanero o de campesinos de la zona cafetera para mostrar la riqueza y alegría del folclore colombiano, como ha explicado Tatiana Álvarez Giraldo.
Desde el barrio de La Carihuela de Torremolinos (Málaga) se desplazaron el jueves catorce "choras" para participar hoy en la ofrenda, vestidas de andaluzas, junto con la Casa de su región en Aragón.
Bentor Villegas, un tinerfeño de La Laguna, no se ha perdido una ofrenda desde 1998, cuando vino por primera vez a unas fiestas del Pilar; el amor le hizo quedarse cuatro años en esta ciudad a la que regresa cada mes de octubre para participar en la Ofrenda junto a la tuna de Industriales bajo el apodo de "Fary".
No han querido perderse el homenaje a su patrona multitud de guardias civiles y sus familias, que han llegado desde Lanzarote, Madrid, Navarra, Extremadura, la Comunidad Valenciana, Andalucía, Cataluña y de numerosos rincones de Aragón, como Pepe Chain, miembro del Cuerpo y natural de la Alta Ribagorza, vestido con un traje aragonés con influencias leridanas y unos curiosos zuecos que su familia logró "de contrabando" de Francia.
Acompañando a su mujer aragonesa y aunque residen en Madrid destacaba la presencia del peruano Enrique Aguilar, con un traje de Chalán de la costa norte de su país, así como un grupo de Ceutíes con su traje de Caballera o las diez integrantes de los danzantes de Alcalá de Ebro (Zaragoza), un grupo de adolescentes que llevan participando en la Ofrenda cinco años.
Emocionante ha sido el momento en el que a los pies de la estructura de la virgen, Alberto Fidalgo, natural de Taboada (Lugo), le ha pedido la mano a su novia Rocío Guerra, de la aldea de Amoexa de Antas de Ulla (Lugo).
Una petición que, como ha confesado Alberto a los medios, bullía desde hace tiempo en su cabeza y que decidió hacer en Zaragoza por ser la ciudad en la que por primera vez ambos lucenses vivieron juntos.
Y el momento más tenso ha sido la salida de la Corporación municipal para dirigirse desde la Casa Consistorial hasta el templo del Pilar, que ha provocado las protestas de quienes aguardaban para proseguir el desfile e insultos desde algún sector del público que les ha llamado "corruptos".
Conforme ha ido avanzando la mañana la estructura de la virgen, de 17 metros de altura en su punto más alto y de 16 metros de ancho, se ha ido cubriendo de flores, gracias, entre otros, a la labor de los trabajadores de Parques y Jardines y de voluntarios como Víctor Sanz, quien, por devoción, presta este servicio desde hace cuatro años.
Lo más complicado, ha señalado a Efe, es la colocación de las flores del pedestal de la virgen, ya que hay que separarlas por colores, en esta ocasión rojo para el manto y blanco para la orla sobre la que se coloca la cruz de Lorena, y porque es el punto más alto de la estructura e "impresiona".