El bosque amazónico de época precolonial no era tan virgen como se ha considerado habitualmente hasta ahora, al menos según pruebas obtenidas para un nuevo estudio procedentes de árboles de Brasil que demuestran una explotación humana.
Los datos proceden de una zona de la Amazonia central, cerca de la ciudad brasileña de Manaos, en concreto de una muestra de 67 ejemplares de castaños en los que se ha podido rastrear el impacto de la ocupación humana en el territorio hasta hace 400 años.
Según el Instituto de Ciencia de la Historia Humana del alemán Instituto Max Planck, que colaboró en el estudio con científicos del Instituto Nacional para la Investigación Amazónica, los datos prueban que hubo "domesticación y diseminación de plantas, gestión de bosque y modificación del paisaje por parte de sociedades precolombinas".
Las muestras fueron extraídas de esos ejemplares con una técnica no destructiva que permitió tomarlas hasta del centro de los árboles y permitieron comparar datos de sus anillos con información de los cambios políticos, económicos y de demografía humana en la zona de los últimos 400 años.
"Mediante la interpretación de los anillos, los investigadores pudieron construir una imagen de historias vitales de esos castaños y cómo se corresponden con la gestión forestal humana pre y poscolonial", según un comunicado del instituto alemán.
"La gestión de los árboles en la selva amazónica implica a menudo prácticas que incluyen desbrozar el sotobosque, abrir el dosel arbóreo, podar trepadoras leñosas y una protección activa de los individuos", añadió la fuente.
Además los investigadores recopilaron información sobre los indígenas Mura, que habitaron la zona antes del establecimiento de la administración colonial portuguesa, y cuya población disminuyó desde el siglo XVIII, a la que siguió el surgimiento de una sociedad poscolonial.
En el período comprendido entre el declive de la población indígena y la expansión de la ciudad de Manaos la población disminuyó, lo que coincidió con un período en el que no se plantaron nuevos árboles en la zona.
Y precisamente ese período hasta la aparición de árboles nuevos indica que hubo una interrupción de las prácticas indígenas de gestión forestal posiblemente por el descenso de la población, como en otras sociedades precolombinas, aseguran los autores del estudio.
El análisis de un periodo posterior, con nuevos árboles en la zona, se asocia con cambios en el ritmo de crecimiento de los ejemplares existentes y concuerda con la transición hacia la explotación moderna del bosque a finales del siglo XIX y en el siglo XX, constataron los expertos.