La convivencia entre bicicletas y coches y entre bicicletas y peatones en nuestra ciudad parece cada vez más complicada. En los últimos años, cada vez son más los madrileños que han optado por utilizar este medio de transporte en su tiempo de ocio o para acudir a trabajar, pero la ciudad no se ha adaptado lo suficientemente rápido a este incremento del número de ciclistas. Los kilómetros de carril bus existentes parecen escasos y no todos los conductores, peatones y ciclistas tienen claras las normas básicas de circulación, lo cual ha causado que el número de accidentes en los que los ciclistas están involucrados haya aumentado de manera considerable.
Si a todo esto añadimos el "factor alcohol” los problemas se multiplican. En los últimos meses el número de denuncias por conducir bicicletas en estado de embriaguez se han multiplicado por diez, por eso cada vez es más frecuente encontrar controles de alcoholemia para ciclistas de la policía municipal de Madrid.
Los datos son claros, tres de cada diez ciclistas parados en un control, dan positivo en alcoholemia. El remedio también es sencillo, responsabilidad. No se puede coger una bicicleta si la tasa de alcohol supera el 0,25 y quienes decidan saltarse las normas, deberán enfrentarse a las mismas sanciones que si estuvieran al volante de un coche.