El epidemiólogo de ISGlobal, Quique Bassat, analiza junto a Juan Pablo Colmenarejo en Buenos Días Madrid de Onda Madrid, cómo viene la cuarta ola o qué consecuencias tendrán las vacunas sobre ellas. Y lo primero que cuenta Bassat es que la cuarta ola “ya salpica. Aunque ciertamente a un ritmo más tímido que las demás. Pero sólo debemos mirar a los países vecinos para anticipar lo que nos espera. Después de la flexibilidad de las pasadas fiestas, estimamos que seguirá subiendo la incidencia los próximos 10-14 días”.
El mayor riesgo
Y lo achaca no sólo a la apertura de la hostelería, “es un factor claro de riesgo pero no el único. La actitud de las personas y su capacidad de mantener las medidas de prevención cuando se reúnen de forma grupal es lo que conlleva mayor riesgo".
"Habíamos hecho las cosas bien -señala- la sociedad había asumido que había que arreglar desaguisado navideño. Pero cuestan demasiado las medidas restrictivas. También influye el aumento de las variantes más infeccionas. En España, la británica ya predomina. Más de la mitad de las comunidades tienen más del 70% de los casos”.
Pacientes más jóvenes
De todas formas, el epidemiólogo cree que las consecuencias de esta cuarta ola serán distintas. “La población más vulnerable empieza a estar protegida. Aquellos que enfermen y vayan a las UCIS tendrán otro perfil y serán más jóvenes”.
Incide Bassat en contener especialmente la transmisión comunitaria, “para que la presión hospitalaria disminuya. Es difícil controlar algo que circula con pocos frenos y repartido por todo el país”, afirma. “Se calcula que el 20% de la población ha estado en contacto con el virus y que el 12-13% ya ha recibido la vacuna. Eso es que 1 de cada 3 españoles está protegido de alguna manera, pero también que 2 de cada 3, siguen siendo vulnerables a la infección”.
"No sabemos si las vacunas protegen"
Sobre las promesas del del 70% de la población vacunada en verano, Bassat dice que si es así “podríamos darnos por satisfechos porque el virus dejará de ser un problema de salud pública en España. Sería un escenario más benigno, pero con precaución a la hora de levantar las restricciones. Porque si lo hacemos muy rápido, repetiremos los tortazos del pasado. Aún no sabemos si las vacunas protegen de contagiar el virus, y mientras no lo sepamos, debemos seguir usando las medidas básicas para proteger a los demás”.
Por último, y preguntado por la vacuna de AstraZeneca, Bassat lo tiene claro: “me fio. Siempre digo que no hay vacunas de primera y segunda. Detectar los trombos implica que el sistema de farmacovigilancia funciona. Puede ser que haya una causa-efecto, hay que seguir estudiando. Pero hay que estudiar también el riesgo-beneficio. Parece que ocurre en 1 de cada millón de vacunados. El beneficio para salvar vidas es inmensamente mayor con el riesgo de enfermar. Sin duda me la pondría, a mis hijos y a mis padres”.