Ya se encuentran en el tanatorio de Carabanchel los restos de Daniela Giraldo, la joven colombiana de 23 años que fallecía como consecuencia de la explosión en un bar del distrito madrileño el pasado martes.
La Policía avanza en la embrollosa investigación de la explosión e incendio, un suceso cuya resolución dependerá en gran medida, según han indicado a Efe fuentes cercanas al caso, del análisis de los móviles de Daniela y Tito, el otro presunto responsable de provocar el fuego.
En estos momentos no se descarta que en el momento de la deflagración, grabado por las cámaras de seguridad del local, hubiera una tercera persona que, supuestamente, sería el hombre que amenazó a la dueña del local y que días atrás empotró su vehículo contra el establecimiento.
El otro herido tras la explosión, Tito, fue encontrado dos horas más tarde de la explosión en su domicilio, en una calle muy próxima, continúa ingresado en la Unidad de Grandes Quemados del hospital de Getafe, aunque su estado de salud ha mejorado y su vida ya no corre peligro, han informado a Efe fuentes sanitarias.
La grabación de una cámara de seguridad cercana a este bar conflictivo, en la calle Cuevas de Altamira, muestra a dos personas rociando gasolina a las puertas del bar instantes antes de la explosión.
Los investigadores de la comisaría de Carabanchel tratan de esclarecer el motivo que llevó a la pareja de jóvenes a incendiar un bar del que, como apuntan diversas fuentes, eran clientes asiduos.
De hecho, tanto el abogado que representa a Laura, la dueña del bar, como el hermano de Daniela, aseguran que ambas mantenían una "excelente" relación.
La cercanía entre la fallecida y la propietaria impulsa la hipótesis que defiende la familia de Daniela: la víctima y Tito fueron convencidos por la dueña del bar para quemarlo porque quería cobrar el seguro antes de cerrar el negocio.
En esta línea de investigación que estudia la Policía se antoja determinante el análisis de los teléfonos móviles de la joven pareja implicada en el caso, ya que en ellos se podrían descubrir conversaciones con Laura, la propietaria del local, que despejaran gran parte de las incógnitas.
Además, sobre el suceso sobrevuela la sombra de una cuarta persona, un hombre con múltiples antecedentes policiales que llevaba meses amenazando y acosando a la dueña del bar, donde llegó a empotrar un coche y a lanzar piedras.
Este individuo habría mantenido una relación sentimental con una antigua trabajadora del local, quien le denunció por malos tratos, lo que inició las hostilidades entre la propietaria del bar y el varón.
El abogado de Laura, Víctor Salas, ha aportado a la investigación hasta cinco denuncias que su representada interpuso contra este hombre, del que en principio no se tiene constancia sobre una posible relación con los supuestos responsables del incendio.