Junto a Adriana Abenia hemos descubierto la calle del Codo, una céntrica calle de la ciudad, que se encuentra muy cerquita de la Plaza Mayor y que, debe su forma, ya que sigue un recorrido que forma un ángulo de 90º grados.
Esta peculiar forma se la da la casa de los Lujanes. Cuando esta señorial familia se traslada a esta calle a vivir, tan solo había una torre, -la Torre de los Lujanes-, a medida que el complejo va creciendo y se amplía el espacio urbanístico, lo hace siguiendo la forma natural de la vía.
Venir a eta calle, es viajar al Siglo de Oro español, ya que aquí encontramos entre otros edificios históricos la Real Sociedad Matritense de Amigos del País. La institución se funda en 1773 –en pleno apogeo de la Ilustración-, por parte de Carlos III y Jovellanos. La filosofía que sigue esta sociedad es educar como motor del cambio y del progreso.
Una de sus socias de mayor renombre es Emilia Pardo Bazán. Aunque la escritora era gallega, pasó gran parte de su vida en Madrid y fue la primera mujer que pudo votar en España.
Otros edificios y personajes históricos
Además de la Real Sociedad Matritense, encontramos en la calle del Codo otros edificios como la Real Academia de las Ciencias Morales y Políticas. Se trata de un foro al que acuden intelectuales a debatir cuestiones de diversa índole.
Uno de los intelectuales que pasaba a menudo por esta calle y del que nos ha llegado hasta nuestros días una leyenda, fue Francisco de Quevedo. El poeta tenía la costumbre de orinar en esta calle cuando salía de las tabernas que había alrededor. Un día, los vecinos hartos de ello decidieron pintar una cruz y poner una leyenda la que se leía: “donde hay cruces no se mea”. A lo que Quevedo, un hombre muy ingenioso –sino no sería poeta-, decidió darle la vuelta al cartel y escribió: “donde se mea, no se ponen cruces”.