La única Supercopa de España disputada en Arabia Saudí dejó imágenes insólita sin la habitual separación entre hombres y mujeres en las gradas, se vivió un ambiente muy similar al de cualquier país europeo como había anunciado el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales: "Mujeres y hombres acudirán al estadio en plena igualdad".
No faltó ni la habitual ola del público. Todo aparentemente normal, aunque tras la competición regresó la marginación de las mujeres en los estadios. Organizaciones como Amnistía Internacional reclaman que el fútbol asuma responsabilidad en la lucha en pro de los derechos humanos: "Que tengan un gesto simbólico, como portar un brazalete violeta que simboliza la lucha de las mujeres saudíes por la igualdad".
Destacan la discriminación de la mujer y la persecución al colectivo LGTBI, entre otras vulneraciones: "Un país donde la tortura es habitual y se conculcan derechos como la libertad de expresión".
Pese a las críticas, hay Supercopa en Arabia para rato. La Federación cerró un acuerdo para ampliar el contrato hasta 2029, cobrando una cantidad no detallada pero que no sería inferior a los 30 millones de euros por temporada. Consolidando un escenario con el que discrepan algunos protagonistas, como Raúl García, del Athletic.
Tampoco gusta a los clubes el reparto desigual de los beneficios: Real Madrid y FC Barcelona cobran seis veces más que Athletic o Valencia, y tres veces más que el Atlético de Madrid. La Supercopa de España sigue marcada por la polémica.