La historia de Rafa Nadal en los últimos meses casi se puede titular como 'Lo imposible', como la famosa película de Juan Antonio Bayona. Nadie pensaba, ni él mismo, que pudiera ganar un Grand Slam como el Open de Australia cuando hace apenas unos meses necesitaba muletas para caminar. El milagro, una vez más, tiene su nombre y apellidos.
Presa de la lesión Muller-Weiss, una dolencia crónica en el escafoides del pie izquierdo, Nadal decidió hace cinco meses parar del todo tras un intento en Washington que le llevó hasta octavos, donde cayó con Lloyd Harris. No daba para más. Dio finalizada la temporada 2021.
Esta lesión crónica en el pie izquierdo le obligó a pasar por quirófano. El 11 de septiembre publicó una foto en muletas y ese día, con 35 años y 20 Grand Slam, Rafa decidió afrontar el mayor reto de su vida.
Trabajo y capacidad de superación. Era el único camino. Primero en el gimnasio y después en su academia buscando recuperar sensaciones en la cancha de tenis.
Tuvo el frenazo en plenas Navidades de resultar positivo de Covid, algo que él mismo reconoció le dejó dos o tres días bastantes malos.
Así que llegaba a la competición en enero muy justo.
Pero Nadal ganó en Melbourne y se despertó el gen competitivo. Ya en el Open de Australia, duro camino hasta la final.
Con Danill Medvedev, remontada épica para lograr un triunfo histórico.
Así es Nadal, alguien que se escapa al entendimiento de los mortales.