La leyenda que da origen a la festividad de la Inmaculada data del siglo XVI. Los tercios españoles se enfrentaban al ejército flamenco en la guerra de los 80 años.
Hace 438 años, el 8 de diciembre de 1585, en la situación claro era desesperada porque los flamencos realmente superaban en armas en barcos y en efectivos a las tropas españolas.
Los nerlandeses, además de los 100 barcos con los que contaban, contaban por 30.000 sus efectivos de infantería, frente a los poco más de 5.000 españoles.
La escasez de víveres y las condiciones volvían aún más complicada la situación de los soldados españoles y el almirante van Hohenlohe-Neuenstein les ofreció una rendición honrosa, que no aceptaron.
Entonces un soldado que estaba cavando una trinchera para refugiarse se encontró con una tabla con la imagen de la Concepción de Nuestra Señora. Los tercios encomendaron a la Virgen rezando ante la imagen en un altar improvisado.
Cuenta la leyenda que se obró el milagro. Un temporal destrozó las naves enemigas y los tercios españoles se hicieron con la victoria de forma sorprendente. Este hecho fue conocido desde entonces como Milagro de Empel y el propio almirante holandés llegó a decir que parecía que "Dios fuera español".
Desde ese día ese 8 de diciembre de 1585 la Virgen de la Inmaculada es nuestra patrona nacional.