El Monumento a los Caídos se levantó (lo cual es bastante paradójico) en el mismo lugar en el que el general francés Murat mandó fusilar a 48 madrileños durante el Levantamiento de 1808.
El obelisco que vemos ahora ganó en 1820 un concurso convocado para recordar a las víctimas anónimas del Dos de Mayo. En 1985, para homenajear a todos los soldados caídos por España, se instaló en el obelisco una llama alimentada por gas que arde sin descanso. Bueno, sin descanso sin descanso, no. A principios de los 90, la crisis obligó a hacer recortes presupuestarios que afectaron al Ministerio de Defensa.
Los recortes fueron tan radicales que el proveedor tuvo que suspender temporalmente el suministro por impago. Vamos, que les cortaron el gas. En muchos países tienen monumentos al soldado desconocido. Pero seguro que a ninguno les cortan la luz como al nuestro. Spain is different. Oh, yeah.